El Quehacer Político a través///Jose Alberto Prado Angeles///Trump y su salón de baile
Por José Alberto Prado Angeles
Director General y Editor
La demolición exprés del ala Este de la Casa Blanca en Washington -construida a principios de los 1800 y posteriormente reconstruida durante la presidencia de Franklin D. Roosevelt (1933-1945) para ocultar un nuevo búnker subterráneo de emergencia con motivo de los conflictos que provocaron la Segunda Guerra Mundial- que deberá concluir este fin de semana para dar paso al capricho del presidente Donald Trump de tener un salón multiusos, ha provocado alarma e indignación entre historiadores, arquitectos y un gran sector de la sociedad estadounidense.
El pasado mes de julio, cuando Trump anunció el proyecto -donde mencionó un costo de 200 millones de dólares-, dijo que la construcción del salón de eventos “no interferirá con el edificio actual” del ala Este de la Casa Blanca. Y si, no la toca, desaparece, que es diferente.
Esta semana, cuando las excavadoras y trabajadores de la construcción entraron a los jardines de la Casa Blanca para empezar con la demolición, sin dar más explicaciones dijo que será “maravilloso” y que tendría un costo de más de 250 millones de dólares, que no costará a los contribuyentes, ya que la obra se financiará por él mismo y por un grupo de adinerados donantes y sus corporaciones. Y aparentemente así será, ya que el pasado 15 de octubre en la Casa Blanca hubo una cena que contó con la presencia de dueños y ejecutivos de corporaciones como Blackstone, OpenAI, Microsoft, Coinbase, Palantir, Lockheed Martin, Amazon, Google, además de propietarios de equipos de la NFL y de la Liga Premier -Jets de Nueva York, Bucaneros de Tampa Bay y Manchester United-, entre otros, lo que habla del potencial de donantes para el proyecto.
Sin embargo, el tipo de financiamiento para una obra en la casa oficial del gobierno de Estados Unidos ha provocado preocupación entre algunos expertos legales, como es el caso de Richard Painter, ex abogado de ética de la Casa Blanca en la administración del presidente George W. Bush (2005/2007), quien declaró a la cadena BBC, “considero que este enorme salón de baile es una pesadilla ética. No me gusta. Todas estas corporaciones quieren algo del Gobierno”.
Coincidentemente con la declaración del mismo Trump que será parte de los “inversionistas” en la construcción del salón multiusos de la Casa Blanca, el mandatario ha exigido al Departamento de Justicia que se le retribuya con 230 millones de dólares como pago por sus agravios personales y como compensación por las investigaciones federales y la acusación de violación de la Ley de Espionaje y obstrucción de la justicia a que fue sometido -de los que salió librado- cuando se negó a entregar documentos gubernamentales clasificados, que fueron tomados de la Casa Blanca y llevados a su casa en Mar A Lago en Florida.
Trump, empeñado en pasar a la historia por sus majestuosas obras y eventos -como el desfile militar, y ya también planea la construcción de un arco del triunfo en Washington- busca a través de sus artimañas para que sea con el dinero de los contribuyentes como se hagan realidad sus caprichos.
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