El Quehacer Político a través de las Visiones en papel///Karla Flores///Los Objetos personales se vuelven testigos de las verdades.Desaparición Forzada en México

Por Karla Flores
Analista
Incluso para una sociedad adormecida por la normalización de la violencia, la difusión de las imágenes del rancho de exterminio en Teuchitlán, Jalisco ha sacudido al mundo, por el emotivo mensaje que cuentan los objetos personales encontrados en el lugar.
México enfrenta una crisis humanitaria de proporciones alarmantes y justo en medio del debate público de los aranceles, un grupo de familiares de personas desaparecidas denunció el hallazgo de un centro de exterminio del crimen. En Teuchitlán, un pueblo a una una hora de Guadalajara al interior de un rancho, de poco más de media hectárea, los buscadores encontraron el horror de hornos crematorios, fosas, restos, ropa.
Una imagen ha recorrido periódicos alrededor del mundo, las redes sociales de millones de personas, una foto de centenares de zapatos abandonados, que presume la misma cantidad de ausencias, de personas que pudieron estar ahí y no vivir para contarlo.
La desaparición forzada, un delito que involucra la privación de la libertad de una persona por agentes del Estado, seguida de la negativa a reconocer dicha privación o de revelar la suerte o el paradero de la persona desaparecida, ha dejado una huella imborrable en la sociedad mexicana.
Las cifras son escalofriantes. Según datos oficiales, miles de personas han desaparecido en México en las últimas décadas. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos y colectivos de familiares de desaparecidos sostienen que la cifra real podría ser mucho mayor, debido a la falta de denuncias y a la impunidad que prevalece en muchos casos.
El Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas reporta que, hasta el 8 de agosto de 2024, ha habido 116,386 personas “desaparecidas y no localizadas”. De este total, 89,121 son hombres, 26,749 son mujeres y 516 no tienen un sexo definido.
Las víctimas de desaparición forzada provienen de diversos sectores de la sociedad: jóvenes, mujeres, defensores de derechos humanos, periodistas, migrantes y personas en situación de vulnerabilidad. La impunidad es la norma, y los familiares de las víctimas se enfrentan a la revictimización y la falta de apoyo por parte de las autoridades.
La desaparición forzada no solo afecta a la víctima directa, sino que también tiene un impacto devastador en sus familias y comunidades. La incertidumbre, el dolor y la búsqueda incansable de respuestas se convierten en una carga constante para quienes quedan atrás.
En Teuchitlán, los buscadores de víctimas se encontraron con un sitio sin custodia de las autoridades, descubrieron libretas con listas de sobrenombres, algunas fotografías, una carta, una identificación y casi un centenar de casquillos de bala.
Las autoridades han confirmado el hallazgo de seis lotes óseos en cuatro espacios, junto con pertenencias que vinculan tanto a personas involucradas en actos ilícitos como a víctimas de estos. La investigación también reveló que los restos calcinados fueron ocultados bajo una losa de ladrillo y una capa de tierra.
Desde hace varios años, Guerreros Buscadores de Jalisco y otras organizaciones , han denunciado que los jóvenes son atraídos con ofertas de empleo engañosas con sueldos atractivos, y que las víctimas terminan en sitios como el de Teuchitlán.
A pesar de los esfuerzos de Organizaciones Civiles y colectivos, la desaparición forzada persiste como un problema grave en México. La falta de voluntad política, la corrupción y la impunidad contribuyen a perpetuar este delito.
Es urgente que el gobierno mexicano tome medidas concretas para abordar esta crisis humanitaria. Se requiere una investigación exhaustiva de todos los casos de desaparición forzada, el enjuiciamiento de los responsables y la implementación de políticas públicas efectivas para prevenir futuras desapariciones.
La sociedad mexicana no puede permanecer indiferente ante esta tragedia. Es necesario alzar la voz y exigir justicia para las víctimas y sus familias. Solo así podremos construir un México más justo y seguro para todos.