El Quehacer Político a través de la opinión///Carolina Alonso Romei///Adiós a Trudeau: El fin de una era política en Canadá
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Por Carolina Alonso Romei
Internacionalista
El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, anunció el pasado lunes 6 de enero su decisión de renunciar al cargo que ha ocupado desde 2015. Durante una rueda de prensa en Ottawa, Trudeau reveló que también dejará el liderazgo del Partido Liberal, aunque continuará ejerciendo como jefe de gobierno hasta que su formación elija a su sucesor.
El mandatario explicó que, tras reflexionar junto a su familia, concluyó que no sería el mejor candidato para enfrentar las próximas elecciones de este año, especialmente si se ve obligado a luchar en “batallas internas” dentro de su partido. En los últimos años, Trudeau ha visto cómo su popularidad se desplomaba, mientras que tanto dentro como fuera de su partido se incrementaron las presiones para que dejara el puesto.
“Tengo la intención de renunciar como líder del Partido Liberal y como primer ministro una vez que el partido elija a su nuevo líder”, afirmó el político de 53 años durante la conferencia de prensa. Asimismo, informó que el parlamento de Canadá permanecerá suspendido hasta el 24 de marzo, fecha en la que se llevará a cabo la elección del nuevo líder del Partido Liberal.
Asimismo, Trudeau comentó que tiene “un arrepentimiento”: no haber logrado reformar el sistema electoral de Canadá antes de las elecciones generales previstas para este otoño. “Si hay algo de lo que me arrepienta, especialmente ahora que se acercan las elecciones, probablemente sea esto”, reconoció el líder saliente. “Me habría gustado que pudiéramos cambiar la manera en que elegimos a nuestros gobiernos, para que los ciudadanos tuvieran la posibilidad de seleccionar una segunda o incluso una tercera opción en la misma papeleta”.
Pero, ¿cómo fue que se llegó a esta situación límite en el gobierno canadiense? Trudeau, líder del Partido Liberal durante 11 años y primer ministro durante nueve, se encontraba frente a una serie creciente de crisis, que iban desde las amenazas arancelarias de Donald Trump hasta la renuncia de aliados clave y desastrosos resultados en las encuestas de opinión. Su dimisión podría interpretarse como una decisión de salir por voluntad propia antes de ser forzado a hacerlo, en un contexto de elecciones generales programadas para más adelante este año, donde se prevé una derrota por un amplio margen.
Trudeau asumió el poder en 2015 como una figura renovadora y prometedora de la política progresista, centrando su liderazgo en la lucha contra el cambio climático y la reparación de los abusos históricos hacia los pueblos indígenas. Su carisma juvenil y un mensaje político esperanzador cautivaron a los votantes, quienes decidieron apostar por los liberales, un partido que hasta ese momento ocupaba el tercer lugar y que, en un giro histórico, logró una mayoría de escaños sin precedentes en el Parlamento. Sin embargo, a medida que ha transcurrido el tiempo y a lo largo de dos elecciones generales, tanto Trudeau como su imagen política han comenzado a convertirse en un lastre para las aspiraciones del partido.
Los múltiples escándalos del primer ministro Justin Trudeau, derivaron en la crisis política en la que está inmersa Canadá el día de hoy. En 2020, Justin Trudeau recibió fuertes críticas por elegir a una organización benéfica vinculada a su familia para gestionar un importante programa gubernamental. En las elecciones generales del año anterior, su partido quedó reducido a una minoría, lo que obligó a los liberales a depender del apoyo de otros partidos para mantenerse en el poder.
Las elecciones anticipadas de 2021 no mejoraron su situación. Más recientemente, la creciente inflación y el aumento del costo de vida afectaron su popularidad, contribuyendo a una serie de derrotas electorales sufridas por gobiernos de todo el mundo. Su insistencia en promover una agenda repleta de grandes promesas exacerbó el descontento generalizado. Además, su manejo de la inmigración generó críticas. El año pasado, los liberales abandonaron su política tradicional de puertas abiertas y redujeron considerablemente el número de extranjeros autorizados a instalarse en Canadá.
El gobierno de Trudeau vivió una sacudida el año pasado con la sorpresiva renuncia de la viceprimera ministra y ministra de Finanzas, Chrystia Freeland, apenas horas antes de su esperada presentación de la actualización fiscal anual. En una contundente carta de dimisión, Freeland criticó los “trucos políticos” del primer ministro, en clara alusión a un periodo de dos meses de suspensión del impuesto sobre las ventas y los reembolsos de 250 dólares canadienses (unos 175 dólares estadounidenses) destinados a la mayoría de los trabajadores.
Freeland expresó que Canadá no podía “permitirse” tales medidas, que muchos interpretaron como un intento de ganar votos de cara a las elecciones. Este paquete de medidas se anunciaba en un contexto de creciente incertidumbre, con la amenaza de tarifas arancelarias que la administración de Donald Trump, entonces electo, podría imponer a Canadá. Los integrantes de su propio partido empezaron a manifestar abiertamente que ya no respaldaban su liderazgo.
Y con eso, se desplomó la última pieza del dominó
El ejecutivo nacional del Partido Liberal, encargado de los temas relacionados con el liderazgo, programó, después de la asamblea partidaria, una reunión la semana siguiente del anuncio de la dimisión de Justin Trudeau, La suspensión del parlamento tiene como objetivo brindar al partido el tiempo necesario para seleccionar a un nuevo líder.
Entre los posibles sucesores se encuentran el exgobernador del Banco de Inglaterra y del Banco de Canadá, Mark Carney; la ministra de Relaciones Exteriores, Mélanie Joly; y la exviceprimera ministra, Chrystia Freeland.
La esperanza es que un nuevo liderazgo pueda revigorizar al Partido Liberal y sacarlo de su punto más bajo, justo antes de las elecciones generales, que deben celebrarse el 20 de octubre o antes. Las encuestas actuales muestran al Partido Liberal de Trudeau rezagado frente al Partido Conservador de la oposición, encabezado por el combativo Pierre Poilievre.
Como podemos ver, la renuncia de Justin Trudeau al cargo de primer ministro de Canadá marca un punto de inflexión crucial en la política del país, especialmente de cara a las elecciones generales de 2025. La caída en la popularidad de su gobierno, sumada a los múltiples escándalos que lo han perseguido, ha generado un vacío de poder que amenaza con desestabilizar al Partido Liberal y al propio país. Si bien se espera que un nuevo liderazgo liberal intente revitalizar la formación, las encuestas ya auguran una clara ventaja para el Partido Conservador, liderado por Pierre Poilievre, lo que hace prever una victoria conservadora en los comicios venideros.
Este cambio político parece inevitable, y con ello surge la inquietante sensación de que el futuro de Canadá podría depender de una cuerda floja. Un país profundamente dividido, atrapado entre desafíos económicos y sociales, observa con creciente preocupación cómo el dominio conservador podría no ser la solución a las demandas de cambio, sino más bien un reflejo de un sistema político fracturado. En el horizonte, la transición hacia un liderazgo conservador podría marcar el inicio de un periodo de intensas tensiones políticas, donde las cicatrices del pasado reciente podrían abrir viejas heridas. El futuro de Canadá ya no está claro, y en el delicado equilibrio entre la polarización y el cambio, solo el tiempo revelará si este giro político traerá la ansiada estabilidad o el colapso definitivo de un sistema en crisis.