El Quehacer Político a través de la opinión///Tonatiuh Viniegra Da Paula Oliveira///Votaciones y sesgos cognitivos
Por Tonatiuh Viniegra Da Paula Oliveira
Analista
Una vez más, el pueblo de México se enfrenta al más grande reto al que un pueblo se puede enfrentar: Las elecciones presidenciales. Desgraciadamente, el pueblo de México, sigue en una especie de ceguera auto inducida que ha durado ya varias generaciones. Y es que, nuestro pueblo bueno, simplemente no acierta a elegir ni a sus representantes ni a los proyectos políticos adecuados. Sexenio tras sexenio, escoge, de entre los peores, al peor. Y la cuarta transformación ha hecho patente, más que nunca, esta sistemática tendencia por elegir a la peor opción. Pero, ¿Por qué carambas es que, después de 200 años de haber logrado nuestra independencia y 100 años de la revolución, aún no logremos entender de que van la democracia, la división de poderes, la autonomía de las instituciones, el estado de derecho, la libertad de prensa y etc.? ¿Acaso, se tratará de alguna maldición prehispánica, lanzada por los antiguos dioses de Tenochtitlan? No, no lo creo. Más bien, pareciera ser que hay un problema de razonamiento a la hora de elegir. Y es que, por más que existan referencias a lo largo de la historia, así como referencias actuales, contrastables y observables, no hay poder humano, o sobrehumano, que haga que las masas realicen un acto de reflexión, que vean fuera de su burbuja ideológica y busquen las más mínimas referencias para, cuando menos, elegir un poquito mejor. Y así es como han pasado ya 200 años desde nuestra independencia y 100 años desde la revolución, y nomás no salimos del tercer mundo. Ni para atrás ni para adelante, como si no hubiera forma de atinarle a la buena, como si la suerte nomás no nos volteara a ver. Pero, no, no es una cuestión de suerte, ni mucho menos una cuestión de atinarle al bueno, a los buenos. Es una cuestión que desgraciadamente demanda mucho más por parte de la población, pero que parece demasiado difícil que suceda.
Sesgos cognitivos. Los sesgos cognitivos, son distorsiones en los procesos del pensamiento, son formas en las que torcemos el sentido y significado de las cosas para que se adecuen a lo que previamente ya estábamos buscado que las cosas fueran o significaran. Es decir, a través de los sesgos cognitivos, nuestra mente elude la realidad, resignificándola para que, ante nuestra percepción, se presente como aquello que previamente ya estábamos orientados a que así fuese. Por lo que, los sesgos cognitivos no son errores en el Razonamiento, como lo son las falacias lógicas o las falacias empíricas, ni tampoco son atajos mentales, como lo son los heurísticos. Pero, ¿Por qué negar la realidad, con qué fin torcer el sentido de las cosas para que nuestra interpretación se ajuste a lo que queremos que las cosas sean y no a lo que en realidad son? ¿Qué utilidad podrirá tener esto? ¿A qué paradero nos podría conducir la negación de la realidad? ¿En dónde reside la economía de semejante estrategia? Y es que, negar la realidad, no puede servirnos de mucho para resolver los problemas concretos y objetivos a los que nos enfrentamos. Es más. Todo lo contrario, negar la realidad solo nos llevara a tomar rutas inadecuadas e ineficientes para afrontar las circunstancias y contextos concretos a los que nos enfrentemos. Y ahí es donde encontramos la complejidad de estos procesos cognitivos, pues la razón de ser de los sesgos, va dirigido a una economía psicológica y no así a una economía de los resultados materiales y objetivos.
Veámoslo así, reconocer que el socialismo ha causado horrendas desgracias en cada ocasión en que se ha implementado, serviría y muchísimo para que las masas dejaran de elegir y apoyar a los sistemas totalitarios y dictatoriales de izquierda que son consustanciales al socialismo. Se habrían salvado millones de vidas y millones no habrían pasado por niveles tan absolutos de miseria. Desde la Rusia de Lenin hasta la actual Venezuela de Maduro, el socialismo ha arruinado, una y otra vez, a muchísimos países, dejando a su paso niveles apocalípticos de pobreza, así como la total supresión de las libertades individuales, políticas, culturales y hasta sexuales. Sin embargo, hay algo aún más valioso para las masas: La ilusión de una utopía. Pero, ¿Esta ilusión está fundamentada en algo? No, por supuesto que no tiene fundamento alguno. Sin embargo, representa todos esos lugares ideales, todas esas idealizaciones en las que muchas personas basan sus vidas. Y reconocer que esas idealizaciones no tienen fundamentos, e incluso producirán todo lo contrario;el renunciar a esos ideales, implicaría una profunda ruptura en toda su estructura paradigmática, viniéndose a bajo todo es mundo fantástico en el que han basado sus vidas. Por ello, como mecanismo de supervivencia psíquica, la mente distorsiona la realidad, elude todos los datos, todas las implicaciones, todos los hechos concretos, medibles y observables, para poder salvaguardar ese núcleo paradigmático sobre el que su estructura mental esta sostenida.
A diferencia de los sesgos cognitivos, las falacias lógicas son aquellos razonamientos que están mal integrados, constituidos en cadenas incoherentes de proposiciones y conclusiones. Si bien la lógica no se refiere a la verdad de las cosas, si se refiere a la coherencia, correspondencia y congruencia entre proposiciones e ideas. Si nuestros argumentos están construidos de manera incoherente, caerán en errores lógicos. Las implicaciones lógicas, no necesariamente tienen que corresponderse con la realidad, tan solo tienen que corresponderse con la cadena de proposiciones, de afirmaciones previamente establecida. Por lo cual, un planteamiento puede ser perfectamente lógico, ser perfectamente coherente en todas sus afirmaciones y en las implicaciones internas a esas mismas afirmaciones, pero ser totalmente contrario o absolutamente ajeno a la realidad. Por ejemplo, una novela de ciencia ficción, en la medida en que mantiene una coherencia interna y una cuidada correspondencia en las afirmaciones que el escritor va planteando, en esa medida respetara la lógica del mundo ficticio que el autor pretende construir. En ese sentido, una ficción será verosímil, no en función de su correspondencia con la realidad, sino en función de su correspondencia interna. Y mientras más correspondencia interna logre esa ficción, más verosímil será su desarrollo. Por ello es que una propuesta política puede sonarnos verosímil por que cuenta con una gran coherencia interna, pero ello no es garantía de que se corresponda con la realidad. En cambio, puede haber planteamientos que tengan una gran correspondencia con la realidad, pero que no se hayan logrado construir con una adecuada coherencia entre sus proposiciones, como pasa muchas veces con planteamientos filosóficos o sociológicos, y hasta científicos, que mantienen afirmaciones incoherentes al interior de su estructura, pero que sin embargo logran explicar de forma bastante adecuada ciertos fenómenos. Por otro lado, tenemos las falacias empíricas, las cuales se refieren a la falta de correspondencia de una proposición o una serie de proposiciones con la realidad. Es decir, mientras que las falacias lógicas se refieren a la falta de coherencia entre proposiciones, las falacias empíricas se refieren a la falta de correspondencia entre las proposiciones y la realidad que esas proposiciones pretenden describir. Finalmente, tenemos a los heurístico. Estos, son atajos mentales que usamos para ahorrarnos tiempo y esfuerzo a la hora de tomar decisiones. Los heurísticos son esas fórmulas que aplicamos sin prestar demasiada atención, sin realizar un mayor análisis a los contextos y circunstancias particulares, pues creemos que la situación es suficientemente similar a otras como para aplicar mecánicamente una solución o una ruta que ya sabemos que nos ha funcionado. Los heurísticos pueden ahorrarnos mucho tiempo, pero también pueden llevarnos a no considerar diversos factores e implicaciones. En conclusión, las falacias lógicas y empíricas, son errores de razonamiento, errores en nuestra construcción de redes y cadenas de afirmaciones; y en la correlación que establecemos entre afirmaciones y fenómenos. Mientras que los heurísticos son simplemente atajos mentales que usamos para ahorrarnos tiempo y esfuerzo, pero que nos pueden llevar a no considerar muchos aspectos de una circunstancia particular. En cambio, los sesgos cognitivos, son tendencias, prejuicios, presupuestos que cargamos y con los que investimos a las cosas. Pero, sobre todo, los sesgos cognitivos, son distorsiones cognitivas que creamos para que las cosas signifiquen, ante nosotros, lo que queremos que signifiquen. En las falacias, hay una falla en nuestro proceso de construcción de nuestros argumentos y de nuestros modelos, en los heurísticos, simplemente nos brincamos el proceso y recurrimos a alguna fórmula general que puede o no servir para el contexto en cuestión, pero con los sesgos cognitivos, hay un trasfondo psicológico que nos lleva a distorsionar el sentido de las cosas que se nos presentan. Este acto distorsionador, generalmente es detonado como un mecanismo de defensa para salvaguardar a la psique de caer en alguna disonancia cognitiva. Y ¿Que es una disonancia cognitiva? La disonancia cognitiva se da cuando la concepción que alguien tiene de la realidad, choca con la realidad misma, haciendo caer a la persona en un conflicto existencial, en una crisis paradigmática, en la que, o desecha sus concepciones previas y erradas de la realidad para reformularlas y adecuar su modelo a la realidad, o franca y abiertamente niega la realidad, rechazando todos aquellos hechos y datos que derrumban a nuestras idealizaciones.
y aquí es en donde llegamos a la cuestión que nos atañe: Las votaciones. Vaya colección tan desacertada de elecciones políticas que la humanidad ha realizado durante los últimos cien años de la historia. Es verdaderamente sorprendente con cuanta convicción las masas han alabado y apoyado a personajes que se han convertido en tiranos. Recordemos el amor y el apoyo que el pueblo alemán le tenía a Hitler. Pero, no es el único caso, Mussolini, Salazar en Portugal, Franco, Perón, Fidel Castro, Hugo Chávez, Lenin, Stalin, Mao, Pol Pot, monstruos de izquierda y de derecha que llegaron al poder gracias al apoyo de las masas. Pero hoy en día tenemos a nuestros tiranos: Daniel Ortega, Nicolás Maduro, Erogan, Alexandr Lukashenko, el Ayatola, el grupo Hamas, que fuevotado y elegido democráticamente, Putin, por supuesto y, por qué no, también habría que mencionar a Benjamín Netanyahu, entre muchos otros. Queda claro, entonces, que el pueblo, así como que muy muy sabio, pues la verdad es que no lo es. Y, si uno quisiera verlo de manera simplona, podría creer que la cuestión radica en que la gente simplemente es ignorante y escogen mal porque no entienden ni saben ni comprenden. Esa sería la lectura sencilla, sin embargo, la realidad es, como siempre, más compleja. El problema en realidad radica en esta necesidad psicológica de salvaguardar las idealizaciones, esa pulsión psicológica de escapar de las disonancias cognitivas, escapar de la confrontación entre las idealizaciones de las cosas y la realidad de las cosas. Y esa es la razón por la que es tremendamente difícil que las masas reconozcan las consecuencias de sus malas decisiones, así como el que lleven a cabo decisiones basadas en datos e implicaciones objetivas, en lugar de en meras narrativas e idealizaciones que nada tienen que ver con la realidad. Las personas no saben cómo afrontar las disonancias cognitivas y por eso es que las eluden de forma tan reactiva, tan alérgica. Y es que, desde pequeños, nos alejan del pensamiento crítico, nos enseñan a creerlo todo por fe. Por ello, las masas desarrollan un rechazo muy fuerte al cuestionamiento, a la duda, a la contrastación y falsación; por ello, las masas no soportan en lo más mínimo que sus mundos ideales sean cuestionados ni contrastados, ni, mucho menos, invalidados con los hechos y los datos. Diría yo que esta alergia al pensamiento crítico, que vuelve a las masas incapaces de cuestionar, en lo más mínimo, sus idealizaciones, es el resultado de un estadio aún bastante medieval del que la humanidad no ha logrado salir del todo. Enfrentar nuestros mundos ideales al desierto de lo real, es doloroso, pero es una capacidad fundamental para poder dialogar con la realidad. Y cuando los pueblos pierden la capacidad de confrontar sus idealizaciones con lo real, se convierten en presa fácil para cualquier tirano que tenga la habilidad para manipular a las masas, jugando con todas esas idealizaciones, prometiéndoles el cielo y las estrellas, hablándoles bonito al oído, diciéndoles todo aquello que las masas quieren escuchar. Y las consecuencias, y la realidad, ya después vemos. Y así, las masas ponen en el poder a los peores manipuladores y tiranos. Y, después, son incapaces de reconocer que el problema fue, desde el inicio, que sus idealizaciones jamás se correspondieron con la realidad y que, por ello, jamás habrían podido dar fruto alguno.
En México, AMLO ha sabido, como ningún otro político, manipular a las masas, usando todas y cada una de esas idealizaciones que son el núcleo de la idiosincrasia de nuestro pueblo. Por supuesto que AMLO no cree ni practica en lo más mínimo, pero ni de lejos, ni una sola de esas idealizaciones. Sin embargo, juega a encarnarlas, se ha convertido a sí mismo en el avatar, en la encarnación de las idealizaciones del pueblo mexicano. Por eso es que todo lo que dice se queda siempre a nivel del mero discurso y nunca a nivel de lo real. Pero, él sabe perfectamente que lo real no importa para un pueblo de fe, un pueblo de creyentes, porque para nuestro pueblo, lo único que importa es lo ideal. Y lo real, eso es absolutamente irrelevante y secundario. Por eso es que nuestro pueblo pide discursos, pero no hechos. Por eso es que nuestro pueblo es feliz con las narrativas que encarnan todas esas idealizaciones, sin que sea relevante el que la realidad se esté cayendo a pedazos. Lo ideal impera sobre lo real. Y ¿Cómopodría imperar lo ideal sobre lo real, sino a través del uso constante de sesgos cognitivos? Y si bien los sesgos cognitivos nos permiten sobrevivir a las disonancias cognitivas, como una herramienta psicológica de supervivencia, lo cierto es que, si no aprendemos a tolerar y manejar en al menos un grado mínimo las disonancias cognitivas, pasaremos toda nuestra vida distorsionando la realidad, una y otra vez, por medio de sesgos cognitivos. Y ello, el distorsionar y negar la realidad, no va a darnos muchos resultados, ni en lo referente a las elecciones políticas, ni en lo referente a cualquier otro aspecto de nuestras vidas.