El Quehacer Político Internacional///En la opinión///Mtro Federico Alcalá
Por Mtro Federico Alcalá
Analista
El erudito musulmán Ibn Jaldún (1332-1406) señaló…”En la comunidad de los musulmanes, la yihad es un deber religioso, vinculado a la universalidad de la misión musulmana y la obligación de convertir a todo el mundo al Islam ya sea por la persuasión o por la fuerza…” Sus orígenes, como sucede también en el cristianismo, se encuentra en el judaísmo, religión que estableció el concepto de “guerra obligatoria” respecto a la defensa de la propia comunidad o miljemet mitzvá: Perseguiréis a vuestros enemigos, que caerán ante vosotros al filo de la espada (Levítico, 26,7). Mahoma en el Corán incentivan el uso de la yihad contra los no musulmanes…Cuando hayan transcurrido los meses sagrados matad a los infieles dondequiera que les encontréis. ¡Capturadles! ¡Sitiadles! ¡Tenedles emboscadas por todas partes! Pero si se arrepienten, hacen la azalá y dan el azaque, entonces ¡dejadles en paz! Alá es indulgente…misericordioso (Corán 9:5).
Desde luego, la palabra yihad tiene un sinnúmero de acepciones muchas de ellas desvinculadas con el concepto “Guerra Santa”, pero en el imaginario occidental es evidente que su connotación es clara: la lucha a muerte contra los infieles…contra aquellos que desafían la supremacía de la “Palabra de Dios”.
Desde las cruzadas, la imagen del pueblo musulmán se ha visto contrastada con las imágenes sembradas en el imaginario popular de personajes como los “cruzados”, los “Templarios” y la guerra por recuperar la Tierra Santa, cuna de Jesús el Cristo, cuyo papel de Mesías es negado hasta la fecha por el judaísmo, pero que conserva el de “profeta” en el Islam en igualdad de dignidad que Mahoma, Moisés y Abraham.
Sin embargo, en nuestros días, el entorno de violencia que rodea a las tres principales religiones monoteístas del planeta se ha envuelto de diversos trasfondos históricos que, en lugar de resolver sus diferencias hacen que la controversia siga tan viva y tan vigente como hace ya más de mil años. La lucha de las naciones musulmanas no solo se ve reflejada en su constante antagonismo respecto de occidente, también es primordial tener presente la eterna disputa entre sunitas y chiitas que esta representada en la eterna enemistad entre dos naciones fundamentales para el mundo islámico: Arabia Saudí e Irán.
Sin embargo, un tema que no ha cesado de ser una constante de disputa es la constitución del Estado de Israel en 1948 y la consecuente expulsión de los palestinos de sus tierras. Durante la década de los sesenta y setenta del siglo XX la figura de Yasir Arafat y la Organización para la Liberación de Palestina fue un referente sobre el terror que implica la yihad. Desde luego, el movimiento sionista y los representantes de las corrientes más ortodoxas del judaísmo siempre han sostenido su derecho “sagrado” de regresar a la tierra de sus antepasados y, sobre todo, blandir frente a quienes se oponen a su posesión violenta de los territorios de la Palestina histórica el argumento de que los efectos del Holocausto nazi no han sido resarcidos del todo. La respuesta de Israel a la incursión de palestinos en los territorios alrededor de la franja de Gaza ha sido no solo violenta, sino sangrienta y genocida. Una verdadera expresión no solo de venganza, sino también de exterminio con el afán de conquistar un “Lebensraum”, un “espacio vital” para nuevos asentamientos judíos en lo que resta del territorio palestino. En pocas palabras, una yihad en toda la extensión de la palabra.
Como es posible constatar, la Yihad es un principio de doble vía, tanto para musulmanes como para judíos. Sin embargo, la “Guerra Santa” solo favorece a quien tiene la supremacía económica, militar y, desde luego el, hasta ahora inquebrantable, respaldo del “Gran Satán” de los musulmanes…los Estados Unidos de Norteamérica.
Ahora bien, estas reflexiones adquieren ahora una nueva perspectiva. La perspectiva del imaginario occidental reflejado en un clásico de la ciencia ficción llevado dos veces a la pantalla grande: Dunas.
No nos referiremos a la versión de Dino de Laurentis, dirigida por David Lynch en 1984, ahora una película de culto, sino a la versión actual dirigida por el canadiense Denis Villeneuve, filmada en Jordania. Dunas (Dune en inglés) es la obra cumbre del escritor norteamericano Franklin Herbert, quien dedicó una parte sustancial de su vida en investigar y recopilar el material de lo que constituye una obra literaria repartida en seis libros: Dune (1965), El mesias de Dune (1969), Hijos de Dune (1976), Dios emperador de Dune (1981), Herejes de Dune (1984) y Casa Capitular Dune (1985).
Franklin Herbert recupera para su magna obra literaria la figura de la Yihad, la promesa de un Mesías, la redención de un pueblo oprimido, la conspiración del Imperio y la ambición sobre una sustancia de considerable valor económico e indispensable para la estabilidad del universo conocido, la “especia melange”.
La segunda entrega de lo que se infiere una trilogía de películas se ha expuesto en cines a lo largo y ancho del planeta teniendo una recaudación en taquillas superior ya a los mil millones de dólares. Dunas 2 nos muestra la transformación de Paul Atreides, hijo del asesinado Duque Leto Atreides en el esperado “mesías” de los fremen, un pueblo que vive en la profundidad del eterno desierto que constituye el panorama total del planeta Arrakis, el único lugar en el universo conocido donde se cosecha la “especia melange”.
Sin embargo, lo simbólico de esta segunda entrega de la trilogía, no es dar continuidad a la historia de ciencia ficción imaginada por Franklin Herbert, sino las imágenes que emanan del filme, en donde se puede establecer una similitud entre los palestinos con los Fremen, el Imperio del Emperador Padishah Shaddam IV con los Estados Unidos, la violencia armada y genocida del Barón Valdimir Harkonnencon la violencia de Benjamín Netanyahu y el ejercito israelí. Las creencias y la forma de rezar de los Fremen tal y como aparece en el filme es similar a la forma en que los musulmanes expresan su fe a Alá…también es significativo la certeza de que un ser les brindará la libertad absoluta de sus opresores (el Imperio y los Harkonnen) mediante la yihad, la “Guerra Santa”.
Estas imágenes en el filme de 2024, nos hacen voltear a ver la lucha del pueblo palestino en busca de su liberación, pues es evidente que las murallas y el alambre de púas, junto con la imposibilidad de libre transito, comercio y de trabajo, no son otra cosa más que una vil dominación que raya en lo inhumano; en donde Israel recupera para sí todas y cada una de las formas de segregación, destrucción, violación de derechos humanos, dominación y discriminación por razón de raza y religión y genocidio utilizadas por los nazis, hace más de ochenta años, en contra de los creyentes del judaísmo en Europa.
Palestina y, en particular la franja de Gaza, es ahora un desierto lleno de las ruinas de lo que en otro momento fueron escuelas, hogares, hospitales… Un pueblo que vive oculto, bajo la tierra para protegerse del incesante e indiscriminado bombardeo israelí que, hoy por hoy, supera las 53,000 toneladas de bombas y ha destruido 52,500 casas, 126 edificios públicos y mas de 200 mezquitas, 282 escuelas y universidades, 22 hospitales y 138 instituciones de salud, eso sin considerar que un mínimo de 7,000 niñas y mujeres fueron enterradas bajo los escombros o su paradero es desconocido. Todo ello en la franja de Gaza…una franja de 365 kilómetros cuadrados.
La yihad desde el punto de vista israelí, no se sacia, por lo visto, hasta que se derrama la última gota de sangre de quien no comparte su particular visión sobre la preeminencia de…un mismo Dios. Ceterum censeo Carthaginem essedelendam.