24 noviembre, 2024

Dobleces///Israel Mendoza Pérez///La mala cara del SAT

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Por Israel Mendoza Pérez

Sin dar un resultado contundente en los ochos meses al frente del Servicio de Administración Tributaria (SAT), Raquel Buenrostro se encuentra sumida y secuestrada por una burocracia interna que aprendió a no darle más explicaciones que, las suficientes para que dé la vuelta a diversos asuntos y deje en manos de los trabajadores ocuparse de ello.

Su equipo de trabajo, apodado la burbuja —por estar el mayor tiempo encerrados en reuniones de trabajo—, y ella son relegados de manera sutil.

En el intrincado enredo burocrático en el que se encuentra Raquel Buenrostro hay varias aristas. La burocracia la mueve a su antojo, Enrique Romero Sánchez, secretario general del Comité Ejecutivo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la secretaría de Hacienda y el SAT. 

Por sus manos pasan decisiones que rebasan a Raquel Buenrostro pero ella sólo es el rostro y el maquillaje de una dependencia compleja.

Incluso, por la concentración de poder de Romero y las omisiones de Buenrostro se dejaron pasar asuntos que trastocan los ideales moralizadores de la administración pública por parte de la cuatroté. Un caso es el del nulo control en el área de las contrataciones del personal que al interior del SAT continúan.

Ahora sale a relucir el nombre de Javier Sánchez Zermeño quien es actualmente funcionario de la Administración de Certificados y Asuntos Internacionales de Auditoría de Comercio Exterior 3, dicho personaje tiene un oscuro pasado el cual lo llevó hasta el penal de Puente Grande.

Hace 10 años, durante una diligencia de embargo en una tienda de abarrotes ubicada en Lagos de Moreno, Sánchez Zermeño, quien se desempeñaba como jefe del Departamento de Garantías y Remates del Servicio de Administración Tributaria (SAT) de Guadalajara Sur ejerció violencia física y verbal sin causa legítima en contra de una mujer, quien era la dueña del lugar, el hecho fue evidenciado por testigos ante el Ministerio Público Federal. Incluso, pisó la prisión de Puente Grande.

Ahora, regresó al SAT pero despacha desde las oficinas centrales de la CDMX. Su expediente, no fue revisado con lupa y desde la cúpula del sindicato que encabeza Enrique Romero Sánchez hubo silencio y se dejó pasar a este burócrata que, ahora, es el dolor de cabeza de “la burbuja” y de Raquel Buenrostro ya que sofisticó sus movimientos al interior de la dependencia para colarse. Sin embargo, la quejas por parte de sus subalternos son reflejo de la serie de omisiones.

De acuerdo con los afectados que trabajan con él, son las mujeres ya que sobre ellas ejerce abuso de poder. En redes sociales Javier Sánchez ha sido denunciado por tener bebidas alcohólicas al interior de su oficina, lo cual no parece ser un impedimento más para que continúe en un organismo de vital importancia.

Parte central del problema radica en la selección del personal, y en el conflicto existente entre Romero y Buenrostro. Los filtros para la selección de personal están rotos. Ahora se permite el reciclaje de servidores públicos; sólo cambian de edificio o en este caso de ciudad, pero los vicios continúan arrastrándose.

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