Explica que nada de esto molesta a Trump. En su opinión, dice la revista, “el objetivo del comercio es maximizar las exportaciones y minimizar las importaciones. La intención de su acuerdo es clara: empujar a las empresas a abandonar las cadenas de suministro transfronterizas a favor de la opción segura pero costosa de producir en Estados Unidos. El poder económico es un arma que se utilizará al servicio de ese objetivo”.

Para The Economist, México cedió a varias demandas de Estados Unidos por razones políticas:

“México se ha adherido a tantas de las demandas de Trump en parte por razones políticas internas. Le conviene tanto al Presidente saliente, Enrique Peña Nieto, como a su sucesor, Andrés Manuel López Obrador, firmar cualquier acuerdo antes de la transición el 1 de diciembre. Pero el principal factor fue la amenaza de Trump de imponer aranceles a todas las importaciones de automóviles, no solo a los que están por encima de cualquier cuota, una amenaza que todavía se cierne sobre Canadá. El Presidente (Trump) aún puede extender sus tácticas duras a sus tratos con el Congreso, cancelando el TLCAN original para obligar a los legisladores a elegir entre el nuevo acuerdo y el caos”.

El artículo señala que Estados Unidos está acostumbrado a que los presidentes den la vuelta a Washington. Sin embargo, indica que la actitud de Trump hacia el comercio es excepcionalmente imprudente.