El Quehacer Político Internacional a través de la opinión///Federico Alcalá///El eje Moscú-Beijing-Pyongyang y Teherán: La mula no era arisca… los palos la hicieron

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Por Federico Alcalá

Analista

El pasado 19 de junio Rusia y Corea del Norte firmaron el Acuerdo de Asociación Integral reviviendo un acuerdo similar firmado en 1961 entre la Unión Soviética y el régimen de la familia Kim, ¿sin embargo, en que entorno geopolítico se firma el actual acuerdo entre ambos países?  

Esta pregunta implica adentrarnos en la complejidad actual impulsada por el deseo de un sinnúmero de países de desligarse de la hegemonía norteamericana impuesta al caer el Muro de Acero del mundo soviético en la década de los noventa del siglo pasado.  Mucha agua ha corrido, al igual que… sangre, regímenes, millones de personas refugiadas o simplemente desaparecidas de la faz de la tierra por las bombas de los Estados Unidos desde la segunda Guerra del Golfo (agosto 1990-febrero 1991) mal llamada por el ejercito norteamericano “Operación Tormenta del Desierto” hasta nuestros días con el apoyo a Israel y su genocidio en Gaza y la chocante necedad de mantener el flujo de armas a Ucrania sin la mínima intención de negociar la paz.

Los Estados Unidos de Norteamérica han impuesto desde finales del siglo XX una dinámica de conflicto permanente, crisis económicas -solo recordemos la de 2008 iniciada por la avaricia de los organismos financieros-, inequidades, depredación de recursos naturales, venta indiscriminada de armas para promover la inestabilidad regional, etc. Todo esto a partir del momento mismo en que cayó el Muro de Berlín y con ello el desmoronamiento del Pacto de Varsovia, el único contrapeso real a su influencia mundial.

En la actualidad, las economías emergentes del Sur Global se encuentran en un proceso de liberación y luchan en contra de la influencia negativa de depender de los designios de Wall Street en sus economías y políticas internas.  Organizaciones y eventos como los BRICS, la ruptura del acuerdo de “petrodólares” entre Arabia Saudita y los Estados Unidos y, sobre todo, el apoyo reciproco de Rusia y China constituyen un buen ejemplo de ello.  Brasil, India, Sudáfrica, China y Rusia iniciaron la construcción del camino hacia esa liberalización de la hegemonía norteamericana cuando en 2010 constituyen BRICS organización que, a partir del 1 de enero de 2024, se ha ampliado sustancialmente al unirse Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Etiopía, tal y como se anunció en su XV Cumbre, celebrada en agosto de 2023 en Johannesburgo, Sudáfrica.

Ahora bien, si bien es cierto que entre sus miembros existen aristas -recordemos los conflictos entre China e India- algo hay en común: la búsqueda de un mundo multipolar en donde quede de forma definitiva desplazada la influencia de los Estados Unidos de Norteamérica.   Esta conformación nos recuerda al Movimiento de los Países No Alineados lidereada por Jawaharlal Nehru, Gamal Abdel Nasser,Sukarno y en la década de los setenta del siglo pasado, por Josip Broz Tito y en México por Luis Echeverria.  De esa agrupación aún existente, cabe destacar la Declaración sobre la no alineación y el progreso económico, misma que sentaba las bases de cooperación entre los países denominados del “Tercer Mundo”.

En la actualidad el papel preponderante de China, como el principal productor de bienes de consumo del mundo y primera potencia de Asia; Rusia como el país con las mayores reservas de recursos naturales  y la India como la principal economía en crecimiento hacen que BRICS+ se convierta en un verdadero contrapeso de las economías del G7 pues no solo compiten directamente con su preponderancia comercial sino también con la fuerza implícita de ser las naciones mas pobladas y, por ende, los mercados de mayor crecimiento en el orbe.

Pero esto ha llevado a los Estados Unidos a reaccionar y ha incrementado su presión política y económica no solo de forma directa contra China y Rusia, sino respecto del resto de los países que pretenden liberarse de su “jaula de oro”.  Aranceles, restricciones a la importación de bienes, sanciones económicas, bloqueos, etc., han sido las “herramientas” favoritas en contra de toda nación que pretenda romper el yugo.  Eso, aunado a la dependencia de Europa de su mercado y sus apoyos financieros han hecho que instituciones como la OTAN pasaran de ser meramente defensivas a ser definitivamente ofensivas.

Y en ello va nuestro análisis…los conflictos geopolíticos no solo se reducen a los aspectos macroeconómicos y a la lucha por la hegemonía comercial.  También encontramos la respuesta en el orden militar.

Organizaciones pro-yanquis como la OTAN y AUKUS buscan mantener la hegemonía militar tanto en el continente europeo como en Asia y Oceanía. Con la caída de la Unión Soviética, los Estados Unidos traicionaron el acuerdo de no incorporación de los países del otrora Pacto de Varsovia a la OTAN, lo cual, en por lo menos una década Rusia no tuvo la fuerza para impedirlo, sin que por ello esta expansión no fuera vista como una intromisión indebida en su área de seguridad.

Tuvieron que pasar varios años hasta el advenimiento de Vladimir Putin para que la posición militar de Rusia volviera a recuperar el lugar preponderante que tuvo durante las décadas de la que llamaremos la “Primera Guerra Fría”.  El conflicto de Ucrania es solo la respuesta a esa intromisión indebida de la OTAN en áreas que se entendían libres de injerencia tanto de los Estados Unidos como Rusia.  La incorporación de Ucrania a la OTAN hubiera sido, por sí misma, una declaración de guerra a Rusia por mas que los norteamericanos cacareen su “soberanía y libertad de decisión”.

Oriente Medio también ha sido víctima de la “hegemonía moral y democrática” de los Estados Unidos de Norteamérica. Ya en la década de los setenta, la población de Irán impulsó una revolución en contra del régimen del ShaReza Pahlavi, indiscutiblemente un títere de los intereses norteamericanos en la región.  Este conflicto se resolvió con el surgimiento de una República Islámica qué, sin embargo, todavía tuvo que sostener una guerra regional con su vecino Iraq, un conflicto también financiado por los Estados Unidos, los cuales no dudaron en traicionar a Saddam Hussein cuando así lo creyeron conveniente.

Irán no solo es una potencia energética -tiene una de las mayores reservas de hidrocarburos- sino también es ideológicamente un bastión religioso del islam. Esta influencia ha sido fundamental cuando nos referimos a los diversos grupos en Siria, Líbano y Yemen que se oponen también a la política expansionista y genocida de Israel. Hamas y Hezbollah -grupos a los que es injusto denominar simplemente “terroristas”- son producto no solo de una respuesta armada hacia el Estado Judío, son también organizaciones políticas con amplio respaldo.  Ellas organizan servicios de salud, educación, transporte, etc., tanto en la Franja de Gaza como en el sur del Líbano.  Estados Unidos de Norteamérica y los intereses sionistas han reducido la narrativa sobre estas organizaciones a simples “grupúsculos terroristas a los que hay que exterminar”.  Digo…si esa narrativa no provoca una reacción violenta hacia lo que representa la hegemonía norteamericana en la región, no sé qué más podría hacerlo.

Ahora, por cuanto, a Corea del Norte, recordemos que fue el primer país que sufrió una invasión por parte de los Estados Unidos de Norteamérica al final de la Segunda Guerra Mundial.  Una guerra cruel y devastadora que buscaba desplazar el “virus comunista” para implantar “la verdadera democracia” en un mundo que apenas iba superando la también terrorífica invasión nipona. No existe tratado de paz entre ambas Coreas y no tanto por la negativa de ambas de encontrar una solución común a sus problemas, sino por la insistencia de mantener una hegemonía geopolítica por parte de los norteamericanos. Si bien es cierto que el régimen de la familia Kim deja mucho que desear, no podemos cancelar el hecho de que dicho régimen existe como resultado de esa intromisión ilegitima de los Estados Unidos en la región. 

A Corea del Norte se le ha aislado del resto de mundo occidental en todos los sentidos y subsiste gracias a su comercio con China.  Ahora, las circunstancias giran a su favor pues el mundo esta en un proceso irreversible de romper con las ataduras impuestas por el Imperialismo Occidental.  Su capacidad militar y su autarquía tecnológica la hacen interesante para los países que se disputan la región de la influencia norteamericana, pues imprime a la región una presencia que puede causar terror no solo a su vecina Corea del Sur, sino también a Japón y Australia.

Es por lo que establecemos la existencia de un “eje” entre las capitales de Rusia, China, Corea del Norte e Irán. Un eje de colaboración militar que es resultado de los últimos acontecimientos geopolíticos y, sobre todo, la expectativa de quien llevará las riendas de los Estados Unidos de Norteamérica a partir de noviembre de 2024.

China y Rusia han ido consolidando sus lazos de cooperación de una manera en que su apoyo no entorpece la presencia comercial del país asiático en Occidente -claro que, con la dependencia que ya existe dudamos que cualquier país del G7 quiera cortar de tajo sus relaciones con China- y desde luego, el acuerdo suscrito apenas con Pyongyang es una estrategia brillante en donde se consolida el vinculo de asistencia mutua que incluye cooperación tecnológica y adquisición de armas y municiones sin que esto implique la “violación a las sanciones” impuestas por los Estados Unidos al régimen de Kim.  Algo así como…te digo Pedro para que me escuches Juan.

Corea del Norte es fundamental respecto de las pretensiones de China para recuperar el territorio de la isla de Taiwán, considerada como parte de la entidad nacional junto con Hong Kong y Macao.  Sirve de contrapeso frente a los Estados Unidos, Inglaterra y Australia quienes se verían involucrados si el régimen de Xi Jinping decidiera invadirla.

Por otro lado, al encontrarse Rusia y Corea del Norte excluidas del comercio occidental y sancionadas por los Estados Unidos y sus aliados, este régimen de exclusión les favorece en sus relaciones mutuas, sobre todo si consideramos que Rusia sigue teniendo derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. 

Irán, por su lado, también se encuentra excluida de occidente, pero esta al borde de convertirse en una potencia nuclear en una zona del orbe en que su sola presencia implica un gran contrapeso. 

Este “eje” es muy distinto al histórico “Eje Berlín-Roma-Tokio” de la Segunda Guerra Mundial, en primer lugar, porque no surge a partir de imperialismos trasnochados contaminados de fascismo, sino por que se está consolidando como reacción a la violencia comercial y militar de los Estados Unidos.  Es una respuesta proporcional a la carrera armamentista que esta impulsando su temor por perder su histórica hegemonía en todo el orbe. Para confirmar esta hipótesis, cabe señalar que China solo ha celebrado un tratado de Ayuda Mutua y Amistad (y cooperación militar) con una sola nación del mundo hasta ahora: Corea del Norte. 

El mundo ya se encuentra inmerso no solo en una “Segunda Guerra Fría” sino también en los albores de una Tercera Guerra Mundial.  Ahora bien, en estos tiempos los Estados Unidos de Norteamérica ya no se enfrentan a un solo “enemigo” sino se enfrentan a casi la mitad de la población del mundo representada por BRICS+ y a las mayores potencias nucleares del planeta.  Su estrategia de “divide y vencerás” al tratar de desestabilizar este movimiento antihegemónico es resultado de la certeza de que, al final, no podrá contener la marejada que se avecina a sus playas.

El arsenal nuclear conjunto de Rusia, China, India y Corea del Norte ronda en las 6,500 ojivas dispuestas geopolíticamente para cubrir cualquier rincón del planeta, sus ejércitos y reservistas las harían imposibles de vencer aún con los medios tecnológicos con los que cuenta los Estados Unidos, la OTAN y los países del G7. En fin…el panorama no pinta nada bien para la Unión Americana, la cual no solo debe enfrentar la dinámica de la geopolítica actual sino también superar sus propios problemas internos los cuales, a partir de noviembre, pintan en que van a agudizarse. Mulus non ignarus eratictibus debiliterantumeius.

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