El QuehacerPolitico Internacional///Carolina Alonso Romei///La guerra en Ucrania: Un catalizador para el fortalecimiento de la alianza entre Rusia y China
Por Carolina Alonso Romei
Internacionalista
La invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022 ha trastocado el panorama geopolítico mundial, generando un sinfín de repercusiones que van más allá del teatro de guerra. Si bien el conflicto ha tenido un impacto negativo en la economía global y ha generado una crisis humanitaria sin precedentes, también ha fortalecido la relación entre Rusia y China, impulsando una asociación estratégica que se presenta como un contrapeso al orden internacional liderado por Estados Unidos.
Esto quedó demostrado una vez más durante el viaje de dos días realizado por el presidente ruso Vladimir Putin a China, en el mes de mayo pasado; cuyos componentes son esenciales para movilizar la industria bélica rusa, mostrando entre otros, un principal objetivo: ganar la guerra de Ucrania. Las reuniones con el presidente chino, Xi Jinping, tuvieron su contraparte con la visita que realizó, durante la misma semana a Kiev, el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, quien reiteró el apoyo de Estados Unidos al gobierno de Volodimir Zelenski.Lo curioso es que, lejos de los desencuentros del siglo pasado, en el que los dos gigantes comunistas competían por ver quién aplicaba mejor el marxismo, hoy en día, Beijing y Moscú se encuentran amparados por el acuerdo de febrero de 2022, en el que juraron una “amistad sin límites”.
Tanto Rusia como China se perciben como actores desafiantes del orden internacional que impera en la actualidad. La guerra en Ucrania ha servido para reafirmar esta visión compartida y ha impulsado la cooperación entre ambos países en diversos frentes. China ha brindado un apoyo económico y diplomático crucial a Rusia, mitigando en parte el impacto de las sanciones occidentales. A cambio, Rusia ha respaldado la posición china en temas como Taiwán y Hong Kong, desafiando así el orden internacional establecido por las potencias occidentales. Asimismo, China ha utilizado su influencia en organismos internacionales como el Consejo de Seguridad de la ONU para bloquear iniciativas que condenen la invasión rusa o impongan sanciones adicionales a Rusia. La retórica oficial china ha sido en gran medida favorable a Rusia, culpando a Estados Unidos y la OTAN por la escalada del conflicto y minimizando las acciones de Rusia.
La guerra ha actuado como un catalizador para la cooperación económica y tecnológica entre Rusia y China. Ambos países han buscado reducir su dependencia de Occidente y han impulsado iniciativas para fortalecer sus lazos comerciales y tecnológicos. Se han firmado acuerdos para aumentar el intercambio comercial, desarrollar infraestructuras conjuntas y colaborar en áreas como la energía nuclear, la inteligencia artificial y el 5G. China ha incrementado significativamente sus compras de gas y petróleo ruso, especialmente tras las sanciones occidentales impuestas a Rusia. Esto ha proporcionado a Rusia un salvavidas económico crucial, ampliando enormemente los lazos comerciales con su vecino del norte. China ha defendido repetidamente su comercio con Rusia como parte de unas relaciones bilaterales normales. También afirma que mantiene una posición neutral en la guerra y que no desempeña otro papel que el de buscar la paz.
Rusia y China comparten una visión similar del futuro del orden internacional, basada en el respeto a la soberanía e integridad territorial de los Estados, la no injerencia en los asuntos internos y el rechazo al unilateralismo. Esta visión contrasta con la postura hegemónica de Estados Unidos, a la que ambos países perciben como una amenaza a su seguridad y sus intereses. El fortalecimiento de la alianza entre Rusia y China podría tener profundas repercusiones para el orden global. La emergencia de este nuevo bloque de poder desafía el liderazgo de Estados Unidos y plantea interrogantes sobre el futuro del orden internacional liberal. Es probable que esta nueva dinámica geopolítica conduzca a una multipolaridad más acentuada, con un mayor peso de las potencias regionales y una reconfiguración de las alianzas y bloques de poder.
A pesar de los beneficios mutuos que ha generado la guerra para Rusia y China, su alianza también enfrenta desafíos y riesgos. Las diferencias en sus intereses estratégicos y sus ambiciones regionales probablementegenerarían tensiones en el futuro. Además, la dependencia económica mutua podría hacerlos vulnerables a las presiones occidentales. El mandatario ruso está viendo en China ese gran socio y salvador en medio de una gran guerra, en donde todos los demás jugadores decidieron darle la espalda. Para China, en cambio, Putin es un poderoso aliado que puede ayudarlo a conseguir un nuevo orden mundial sin la hegemonía de Estados Unidos. El problema puede darse al momento de decidir quién será el “nuevo líder del mundo”, ya que es lógico pensar que se desataría un nuevo duelo de titanes, derivando en un conflicto regional, que pondría en jaque, de nueva cuenta, al mundo entero.
Una cosa es cierta, el orden mundial no volverá a ser el mismo después del fin de la guerra en Ucrania. Las reglas y el poder cambiarán de manera inequívoca. Pero, por el momento, es Estados Unidos quien lleva la mayor desventaja, pues todo pareciera indicar que ahora no solo tiene que hacerle frente a un enemigo, sino que tiene que enfrentar a un bloque ruso-chino totalmente consolidado, que está dispuesto a arriesgarlo todo con tal de derrotar su hegemonía y poder escribir así una nueva historia con un orden mundial completamente renovado sin los intereses del país norteamericano de por medio.