22 noviembre, 2024

El literato a través de la escritura de las mujeres mexicanas

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Por Redacción QP

Celebra el Día Internacional del Libro con algunos de los libros más importantes provenientes del ingenio de mujeres mexicanas

Las letras mexicanas no serían lo que hoy conocemos, admiramos y estudiamos de no haber sido por la labor, la tenacidad y la imaginación sin límites de decenas de mujeres que con sus relatos, poesía, novelas y dramas legaron una obra inmarcesible en la cultura del país. La misma tradición nos ha hecho creer que la literatura es un territorio de hombres, y que las grandes obras de la humanidad fueron concebidas en el fondo de mentes masculinas.

Pero lo cierto es que la vida misma nos demuestra lo contrario, y que muchas de las creaciones más inolvidables en la historia del mundo son producto de la inspiración de diversas mujeres que no deben de caer en el olvido. 

Esta es una lista incompleta, y por eso mismo injusta, que no obstante pretende celebrar las obras de las escritoras mexicanas que con sus obras marcaron un parteaguas en el cómo se escribe, se hace, se disfruta y se concibe la literatura como una de las artes más grandes en la vida, y que vuelven la vida misma un territorio más vivible.

Balúm Canán, de Rosario Castellanos

Publicada en 1957, esta es la primera novela de Rosario Castellanos. Ambientada en Chiapas en las primeras décadas del siglo XX, Balún Canán narra un mundo marcado por las desigualdades sociales entre indígenas y terratenientes: un mundo dominado por hombres donde las mujeres apenas tienen voz y voto, un mundo donde los amores son imposibles, un mundo de magia y brujería indígena, y donde todos sus personajes parecen destinados a la tragedia. Balún Canán es narrada a través de distintos personajes, siendo su protagonista principal una niña, y a través de cuya visión las tristezas y las injusticias adquieren una poesía y belleza irrepetibles. 

Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro

Considerada una de las primeras incursiones en el realismo mágico, Los Recuerdos del Porvenir es una obra cuyo protagonista es el pueblo de Ixtepec, que se ofrece como narrador de las diversas tragedias que viven sus pobladores entre la crisis de la Guerra Cristera en México. Romances clandestinos, intrigas, injusticias sociales y un estilo narrativo marcado por la poesía son los logros de esta novela que narra el destino de desilusión de un pueblo que ha renunciado para siempre a la esperanza.

Temporada de Huracanes, de Fernanda Melchor

Pocos libros han dado tanto de qué hablar en los últimos años como esta novela de la veracruzana Fernanda Melchor. Con 40 años, es una de las mexicanas más jóvenes en la lista. Temporada de Huracanes es un libro difícil, violento, descarnado, que explora sin miramientos en las condiciones más escabrosas de la condición humana. La violencia, el narcotráfico, la marginación, la degradación y las sexualidades más complejas conviven en este libro en un torrente narrativo que no da tregua, que priva del aliento y que deja dentro del pecho un regusto amargo. Al final, como la conclusión de la temporada de huracanes, el agua parece arrastrar la muerte y la sangre incontenible en un suspiro de paz. 

Sor Juana Inés de la Cruz

Toda la obra de Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana merece una distinción aparte, siendo una de las precursoras más trascendentales en la narrativa mexicana. Desde la perspectiva contemporánea Sor Juana puede ser considerada una de las precedentes del feminismo, tras criticar sin cuestionamientos las masculinidades de su época, además de que su persona se ha engrandecido con la leyenda de sus amores y romances con otras mujeres. Sor Juana Inés de la Cruz abrió un camino inmarcesible con su lírica, auto sacramental y el teatro, así como con su prosa. 

Como agua para chocolate, de Laura Esquivel

Siendo un ejemplo más “reciente” del realismo mágico, Como agua para chocolate narra la historia de Tita, una mujer que tiene prohibido el amor en su vida, ya que, al ser la hija menor, según la tradición familiar le corresponde cuidar de su madre hasta que ésta muera, y no hay modo posible de huir de este destino. Para tratar de resolver la problemática, Pedro, su enamorado, decide tomar el peor camino posible: se casa con la hermana de Tita, en un intento infructífero de estar con ella de cualquier modo. A través de las páginas deComo agua para chocolate atestiguamos los dolores y pasiones de Tita, que tiene el poder de transmitir sus emociones a través de la comida que prepara con sus lágrimas, con su corazón roto, con su vida reducida a una esperanza que no haya tregua. 

Cartucho, de Nellie Campobello

Lo que destaca de este libro es que, a diferencia de muchas de las novelas revolucionarias que recurrieron a toda clase de estilos y técnicas narrativas, Cartucho está narrado a través de la perspectiva de una niña. En este caso, Nellie Campobello, que presenció en su infancia los horrores de la Revolución Mexicana. Es un testimonio certero, a veces desgarrador, a veces cruzado con la belleza de la poesía y de la vida diaria: una simple niña que presenció las batallas, los disparos, el hambre, y la vida diaria trastocada para siempre en el medio del conflicto que duró casi una década, y que definiría sin remedio el rumbo del país. 

La noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska 

Elena Poniatowska se dio a la labor de entrevistar a los sobrevivientes de una de las tragedias más grandes en la historia de México: La masacre de Tlatelolco del 2 de octubre de 1968, cuando el Ejército mexicano asesinó a decenas de manifestantes en la Plaza de las 3 Culturas. Tocando un tema prohibido, censurado, y que pudo traerle muchas repercusiones negativas, Elena Poniatowska conjugó en LaNoche de Taltelolco uno de los testimonios polifónicos más desgarradores de este día que se quedó marcado con sangre en la memoria de nuestro país, y que es a la vez un llamado contra la impunidad, la injusticia y el olvido. 

Amora, de Rosamaría Roffiel

Considerada la primera novela lésbica de MéxicoAmora supuso una revolución en su momento por el tema que trataba, y por la ligereza y frescura con la que lo hizo, alejándose de los tabús y prejuicios de su época. Fue la primera ocasión en las letras mexicanas en las que una mujer lesbiana era la protagonista de su propia historia, un personaje humano que nada tenía que ver con la concepción injusta que hasta entonces se había hecho del gremio lésbico en nuestro país. Amora es una historia de feminismo, de amor, de romances imposibles: el relato de una mujer que lucha por encontrar su lugar en la vida. Nunca se había atestiguado un escrito similar en la literatura de México. 

Ansibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio, de Andrea Chapela 

La ciencia ficción no suele ser un tema recurrente en las letras mexicanas. No obstante, Andrea Chapela, la escritora de 32 años, consiguió conAnsibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio, un compendio de cuentos que narra las tragedias, soledades y abandonos de un futuro no tan lejano en el que la tecnología ha recrudecido la distancia entre los seres humanos. ¿En qué se diferencia la obra de Chapela de este tópico común en la ciencia ficción? En que sus cuentos están ambientados en la cotidianidad de nuestro país, cuyo escenario principal es la Ciudad de México: una obra fresca, inusual, y que es una de las muestras más recientes de la narrativa mexicana escrita por mujeres jóvenes. 

Furia, de Clyo Mendoza 

Con 29 años, la oaxaqueña Clyo Mendoza es la escritora más joven en este listado. En Furia creó un mundo complejo marcado por la violencia, por la precariedad y el incesto, y por un destino en el que sus protagonistas no tienen salvación y están condenados desde siempre. Abarcando varias décadas, Furia narra la vida de destinos personajes unidos tanto por la tragedia como por la sangre: “en un desierto salpicado de poblados asolados por la guerra, dos desertores de bandos opuestos descubren una oscura verdad sobre su familia”. 

El Huésped y otros relatos siniestros, de Amparo Dávila 

Amparo Dávila supo darle un toque muy peculiar al terror mexicano. Pocas veces mostraba los horrores que atormentaban a sus personajes: todo queda a la imaginación del lector,  En “El huésped”, leemos cómo una criatura desconocida asecha la hasta entonces vida tranquila de una mujer; en “Alta cocina”, otro de sus cuentos más grandes, atestiguamos la agonía lenta, insoportable, de unos seres diminutos que se resignan a su destino de ser devorados. El legado de Amparo Dávila quedó en sus cuentos que transcurren tan lento como sólo pueden hacerlo la incertidumbre y el miedo. 

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