El Quehacer Político en la opinión///Israel Aram Guerrero///¿Jefe de Gobierno o Jefe de Campaña?
Por Israel Aram Guerrero
Analista
No transcurre aún la mitad del proceso electoral cuando ya se gesta, y además anuncia en un tono por demás desafiante, la intromisión del Jefe de Gobierno en turno. Además de preocupante, resulta sumamente confuso para la ciudadanía que desde la posición de mandatario se cuestione y coloque en tela de juicio el sistema democrático que, paradójicamente, los llevó al poder, a su grupo y a él.
Ante la inminente y abierta promesa de continuidad de su visión y proyecto político, resulta a todas luces cuestionable y evidente cómo se utiliza la ordenación del gasto, la disposición y apropiación presupuestal, el uso de programas y de recursos humanos, así como la adopción de decisiones transcendentes de esta ciudad, tales como el uso de la fuerza frente a grupos opositores, persecuciones políticas, repartición de culpas a las Alcaldías por los problemas de la Ciudad, incluidos los de movilidad, entre otras, todo ello con el fin de negociar o, más bien, presionar a la opinión pública hacia una inexistente necesidad de continuar con un proyecto político que –a la fecha– no solo ha sido infructuoso, sino torpe e inoperante. No es aceptable que se quiera destruir la democracia y las instituciones democráticas desde la participación indebida en política del sustituto de la Jefa de Gobierno electa y de su grupo político.
Si lo anterior no fuera de por sí cuestionable, se suman ingredientes peligrosos de un coctel que promete llevar a lacapital del país a sus máximos niveles de intolerancia, segregación, polarización y por consecuente de una debacle económica y social.
La estrategia es clara y se ha venido construyendo sistemáticamente. En principio corresponde atacar la institucionalidad de las ramas del poder público en tanto no sirvan a sus intereses; principia estos ejemplos con el Poder Judicial, que todo acto de independencia que proclame inmediatamente es visto y catalogado como “enemigo del cambio” desde la propia presidencia del país, por otra parte, se proclama contra la organización y sistema electoral mexicano, acusando a priori de no ser garante de unas elecciones democráticas y justas. Recordemos que este mismo sistema permitió y garantizó la elección del año 2018, por lo que resulta por lo menos incomprensible que hoy, por alguna desconocida y no muy bien intencionada razón y a su criterio, el INE y el sistema electoral no ofrecen garantías de cara a los comicios de este 2024.
Sin ser el último de los eventos, fuimos testigos del desmedido ataque del Jefe de Gobierno en turno a la Alcaldía Benito Juárez por las obras que afectaron al Sistema de Transporte Colectivo Metro, que para ser precisos ha estado totalmente abandonado este sexenio pues las obras que tuvieron lugar en la presente administración no cubren la demanda requerida y lejos están de solventar la problemática del transporte, vamos ni el mantenimiento preventivo se ha podido realizar.
La gravedad de la acusación y de las actuaciones del mandatario estriba precisamente en la narrativa que se pretende construir en torno a la ficción del enemigo interno, en este caso poderes públicos, la prensa y la oposición; lo anterior, en un esfuerzo inane para esconder su propia negligencia e ineptitud.
Todo lo anterior constituye la base de un régimen dictatorial, en que el discurso de odio hacia las instituciones del Estado y los opositores anuncian la necesidad que sí, y solo sí, el grupo que gobierna pueda ser quien guíe los destinos y tome las decisiones de una forma unilateral, como si por ganar sus luchas internas se hicieran acreedores de la corona de un reino.
La ciudadanía no puede bajar los brazos ante una realidad tan peligrosa e inminente contra nuestra democracia. Es momento de dotar al ciudadano de verdad, de aquella verdad que emana directamente de nuestra Constitución; hacernos responsables por el viraje necesario que este sistema debe emprender y hacerles frente a tan inmisericordes ataques que se ciernen sobre nuestra Ciudad y su institucionalidad.
El Jefe de Gobierno en turno tratará con todo el poder que reviste su investidura de aferrarse al puesto directa o indirectamente, sabe que la elección no les favorece y buscará a toda costa hacerse de un poder en las Alcaldías para mantenerse vigente. Los datos en materia de seguridad y la falta de servicios, le atormentan, el temor le inunda y la sombra de la ilegitimidad democrática cada vez se acrecienta más y le persigue a donde va.
Señor Jefe de Gobierno, la Ciudad de México exige y merece respeto. Aquí reclamamos idoneidad de nuestros gobernantes, pedimos que se cumpla el mandato constitucional a cargo de usted, de representar a todas y a todos, que se proteja la autonomía e independencia de los poderes públicos y la prensa libre. No más injerencias, participación y presiones políticas indebidas de parte del Gobierno a su cargo. En esta CdMx merecemos vivir en libertad.