El Quehacer Político///Jose Alberto Prado Ángeles///Concepciones (y confusiones) sobre el maquiavelismo
Por José Alberto Prado Angeles
Director General y Editor
Cuando escuchamos en el lenguaje cotidiano la máxima “el fin justifica los medios” de inmediato la asociamos con el término “maquiavélico” para dar a entender la validez de aquellas acciones lícitas y sobre todo ilícitas siempre que se obtenga y cumpla un determinado fin, cualquiera que éste sea. Desde este punto de vista, el calificativo “maquiavélico” tiene una connotación negativa, en virtud de que alude a lo inmoral, lo ilícito, lo cruel, lo perverso y lo infame. En el mismo sentido, a menudo se califica al político y pensador italiano Nicolás Maquiavelo, como un personaje inmoral, obscuro, sanguinario e inspirador de tiranos. Lo cierto es que estas referencias forman parte de los mitos, prejuicios y contradicciones que envuelven al político, historiador y escritor italiano. De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española, por un lado, el maquiavelismo es un “modo de proceder con astucia, doblez y perfidia”. Por otro lado, el maquiavelismo consiste en una doctrina política sustentada en la “preeminencia de la razón de Estado sobre cualquier otra de carácter moral”. En la primera acepción el maquiavelismo es entendido como un modo de ser, pensar y actuar del individuo, en el que se encuentra ausente toda moral, escrúpulo y principio. De acuerdo con lo anterior, se denomina como “maquiavélica” a toda persona que actúa recurriendo a medios lícitos y sobre todo ilícitos para cumplir un determinado fin. Sin embargo, las reflexiones de Nicolás Maquiavelo van más allá de un simple modo de proceder por parte de individuos particulares, toda vez que sus reflexiones van dirigidas a quienes persiguen o detentan el poder político. Es decir, Maquiavelo estaba pensando única y exclusivamente en los asuntos públicos (entiéndase políticos), no obstante, con el paso de los años el maquiavelismo ha sido interpretado, sobre todo en el lenguaje cotidiano, como un aspecto propio del individuo común y corriente. En consecuencia con lo anterior, la segunda concepción sobre el maquiavelismo entiende por él una doctrina política, a la que también se denomina maquiavelismo político, mismo que se encuentra fundamentado y expuesto principalmente en los Discursos sobre la primera década de Tito Livio (1512-1517), en El Príncipe (1513) y en El arte de la guerra (1521). El maquiavelismo político, en efecto, es una doctrina en “donde no se trata de una mera disposición de carácter, sino de los medios que deben emplearse para conquistar y conservar el poder” (Gautier- Vignal, 1992: 98).
Se trata, pues, de “un método de gobierno cuyo principio general es que la «razón de Estado» debe preponderar sobre los intereses privados” (Gautier-Vig- nal, 1992: 65-66). En este sentido, la máxima “el fin justifica los medios”, desde la perspectiva de la doctrina maquiavélica, y contrario a lo que se dice en el lenguaje común y corriente, se refiere a aquellas acciones que el príncipe llevará a cabo para la preservación del Estado y su soberanía. Tal como apunta Maurizio Viroli: Maquiavelo jamás ha enseñado que el fin justifica los medios o que para el político es lícito aquello que para los demás está prohibido; ha enseñado que quien se propone realizar una gran finalidad -liberar un pueblo, fundar Estados, imponer la ley y la paz donde reinan la anarquía y el arbitrio, o rescatar una república corrupta- no debe temer que se lo considere cruel o avaro sino saber llevar a cabo lo nece- sario para la obra (2004: 153). En varios pasajes de El Príncipe, Maquiavelo evoca a César Borgia, el duque valentino, como ejemplo de príncipe a seguir, pues en él encontró “el mejor modelo de acción que pudo observar” (Skinner, 1981: 30). De hecho, en el capítulo XVII Maquiavelo escribe que César es considerado como un personaje cruel, no obs- tante, “esa crueldad suya había restaurado a Romaña, la había unido y reducido a la paz y la lealtad. Por lo tanto, el príncipe no debe guardarse de la infamia de cruel, para tener a sus súbditos unidos y leales” (Maquiavelo, 2008: 191). En efecto, Maquiavelo consideró que los medios se justifican en la medida en que son empleados para obtener y conservar el poder político, sobre todo cuando los fines buscan la libertad y el bien de una comunidad:
Lo que Maquiavelo tiene en la mente ante todo al hacer hincapié en la libertad es que una ciudad plena de grandeza debe mantenerse libre de todas las formas de servidumbre política, sea ésta impuesta “internamente” por el gobierno de un tirano o “externamente” por un poder imperial (Skinner, 1981: 76). En la misma línea, Quentin Skinner apunta que: Cicerón había declarado en Los deberes que «hay algunas acciones tan repulsivas o tan perversas que un hombre prudente no debe cometer jamás ni aun en el caso de la salvación de su país». Maquiavelo responde diciendo que «cuando es cuestión de la salvación del propio país», se con- vierte en deber de todo ciudadano el reconocer que «no debe haber consideraciones de justicia o injusticia, de misericordia o crueldad, de alabanza o ignominia; en lugar de ello, desechando todo escrúpulo, debe seguirse hasta el final cualquier plan que pueda salvar su vida y conservar su libertad» (1981: 80). Sin duda, el pensamiento de Maquiavelo fue influenciado por el contexto en que se vio rodeado, pues le tocó ser testigo de la decadencia de la república florentina y en general de la división que prevalecía en toda la península italiana. Para muestra un botón: en el último capítulo de El Príncipe, Maquiavelo exhorta a los italianos a liberar la península de los extranjeros. Y para ello, escribe Maquiavelo, es necesario un príncipe nuevo capaz de llevar a cabo dicho fin, sin importar los medios que sean empleados. Así, uno de los aportes de Maquiavelo fue ofrecer reflexiones y apuntes sobre la manera en que el príncipe, líder o gobernante debe conducirse a efecto de preservar la libertad y la igualdad civil, pero también de mantener la estabilidad al interior de los Estados. Por lo tanto, la controvertida frase “el fin justifica los medios”, en la teoría política de Maquiavelo se refiere a fines relacionados con el bien común en el ejercicio del poder político y no a intereses personales (entiéndase particulares) de los individuos, líderes o gobernantes.
Así el Quehacer Político Desde 1980, inquiriendo en la política de México, cuestionando, exponiendo, revelando y razonando.Es cuanto.