“No nos sentimos bienvenidos en Tijuana”, dicen migrantes; Policía Federal coloca su propio muro
“No nos sentimos bienvenidos en Tijuana”, dicen migrantes; Policía Federal coloca su propio muro
Por Redacción QP
“No nos sentimos bienvenidos en Tijuana”, dicen migrantes; Policía Federal coloca su propio muro
Por Redacción QP
Muchos de los casi 3 mil migrantes centroamericanos que han llegado a la frontera de México con California dijeron el sábado que no se sienten bienvenidos en la ciudad de Tijuana, a donde se dirigen cientos de migrantes después de más de un mes de trayecto.
La gran mayoría acamparon ahí en un complejo deportivo, durmiendo en un campo de béisbol de tierra y bajo las gradas con vista a los muros de acero con alambre de púas en la cima en la recién reforzada frontera entre Estados Unidos y México. La ciudad abrió el complejo después de que otros refugios se llenaron hasta el límite de su capacidad.
Algunos grupos eclesiásticos proporcionaron duchas portátiles, sanitarios y lavabos, además de repartir café y donas. El Gobierno federal calcula que pronto podría haber más de 10 mil migrantes en Tijuana.
A pesar de que muchos en Tijuana han expresado su solidaridad con el calvario de los migrantes e intentan ayudarlos, algunos lugareños les han gritado insultos, aventado piedras e incluso golpes.
Es un marcado contraste con las muchas comunidades mexicanas que recibieron a la caravana con carteles, música y donativos de ropa después de que entrara a México hace casi un mes.
Incontables residentes de áreas rurales les dieron fruta y agua a los migrantes a su paso por el sur de México, deseándoles un buen viaje.
POLICÍA FEDERAL LEVANTA MURO
A la par, entre el desconcierto de comerciantes y automovilistas, elementos de la Policía Federal colocaron este sábado un muro metálico en el lado izquierdo y en partes de acceso peatonal de la garita de San Ysidro como medida preventiva ante un posible cruce de migrantes centroamericanos.
Los comerciantes de la zona comentaron que las vallas metálicas de color negro, de una altura aproximada de tres metros, se comenzaron a instalar alrededor de las 3 de la tarde de ayer sábado.
Desde el domingo 11 de noviembre llegaron los primeros de cientos de migrantes centroamericanos a Tijuana, todos con la intención de cruzar a Estados Unidos y solicitar asilo humanitario.
La colocación de la valla forma parte de un operativo preventivo implementado por la Policía Federal para evitar que los migrantes crucen hacia la Unión Americana.
Los comerciantes se mostraron molestos, dado a que algunos tendrán que mover sus carros de venta de comida porque su espacio para laborar se vio reducido, pero también se muestran comprensivos al considerar que es una medida de seguridad también para ellos.
Por su parte, algunos automovilistas manifestaron no estar de acuerdo con estas medidas porque consideran que entorpecerán el flujo vehicular del cruce fronterizo.
Las vallas, hasta las 7:30 de la tarde, se había colocado en la parte izquierda del cruce vehicular, otro muro se elevó entre el área de comercios de artesanías y el puente peatonal, y un tercero cerca del cruce peatonal.
De acuerdo a algunas declaraciones extraoficiales, las obras de instalación podrían continuar este domingo dejando algunas áreas libres para los cruces peatonales y vehiculares.
NO SE SIENTEN BIENVENIDOS
Ivis Muñoz, de 26 años, ha considerado volver a Honduras. El granjero cafetalero llamó el sábado a su padre en Atima, Honduras, para hablar de su siguiente paso después de que unos locales lo atacaron en una playa de Tijuana. Su padre le dijo que resistiera.
Muñoz tiene una bala en la pierna. El miembro de una pandilla le disparó hace un año y lo amenazó con matarlo si volvía a verlo. Muñoz dijo que más tarde se enteró que su novia lo había estado engañando con el pandillero.
Tiene miedo de ir a casa, pero en Tijuana no se siente bienvenido.
Muñoz dormía en una playa de Tijuana junto con otras dos docenas de migrantes, cuando comenzaron a caer piedras del cielo alrededor de las 2 de la mañana del pasado miércoles. Escuchó a alguien gritar: “¡No los queremos aquí! ¡Regresen a su país!” Muñoz y los demás se levantaron y corrieron en busca de resguardo, dirigiéndose a las calles de una zona residencial cercana. Al salir el sol, abordaron un camión hacia el centro de Tijuana. Ahora permanece en el complejo deportivo.
“No sé qué hacer”, dijo Muñoz. Teme que Estados Unidos no le otorgue el asilo, y será deportado si intenta ingresar al país sin autorización.
Carlos Padilla, un migrante de 57 años procedente de Progreso, Honduras, dijo que un habitante de Tijuana le gritó “los migrantes son cerdos”, mientras caminaba hace poco por una calle. No respondió. “Nosotros no venimos a causar problemas, venimos con amor y con la intención a pedir asilo”, dijo. “Pero nos tratan como animales aquí”.
Padilla dijo que lo más probable es que regrese a Honduras en caso de que Estados Unidos rechace su solicitud de asilo.
LA CIUDAD NO ESTÁ PREPARADA
El Alcalde de Tijuana Juan Manuel Gastélum ha calificado la llegada de los inmigrantes como una “avalancha” que la ciudad no está preparada para soportar, calculando que permanecerán en Tijuana durante al menos seis meses en lo que aguardan a presentar sus solicitudes de asilo. Los inspectores fronterizos estadounidenses procesan unas 100 solicitudes al día en el principal cruce entre Tijuana y San Diego. Los migrantes se registran en una lista que está gestionada por ellos mismo, y que ya contaba con unos 3 mil nombres incluso antes del arribo de la caravana.
La prolongada permanencia de los migrantes en Tijuana ha causado preocupación sobre la capacidad de la ciudad fronteriza de 1.6 millones de habitantes para manejar la afluencia.
Las autoridades de la ciudad informaron que adaptaron un gimnasio municipal y un complejo recreativo para albergar a los migrantes en espacios cerrados. Los refugios privados de la ciudad tienen una capacidad máxima para 700 personas. El complejo municipal puede albergar a unas 3 mil y para el viernes por la noche ya había 2 mil 397 en el lugar.
Algunos dueños de comercios cercanos al refugio se quejaron el sábado de saqueos y robos por parte de algunos migrantes.
Francisco López, de 50 años, es dueño de una mueblería cercana. Dijo que un grupo de migrantes robó comida de una tienda a pocos metros de ahí, y le preocupa que mientras los migrantes se alberguen ahí aumente la delincuencia en la zona.
OTROS VECINOS SE SOLIDARIZAN
“Pobre gente ha dejado su país y están en un lugar desconocido”, dijo María de Jesús Izárraga, de 68 años y quien vive a dos cuadras del complejo.
Mientras Izárraga hablaba a la puerta de su casa, un hombre la interrumpió para pedirle dinero para comprar un plato de frijoles. Dijo que llegó con la caravana y tenía ampollas en los pies. Ella le dio algunos pesos y continuó hablando. “Espero que se arregle todo esto de la mejor manera posible”.
A las afueras del complejo, una larga fila de migrantes serpenteaba a lo largo de la calle para recibir donativos de ropa mientras llegaban al lugar enormes hieleras con botellas de agua donadas por grupos de caridad.
Felipe Garza, de 55 años, reconoció que muchos en la ciudad no quieren ayudar, mientras él y otros voluntarios de su iglesia servían café y pan a los migrantes en el improvisado albergue. “Es incómodo recibir a una multitud grande de gente, pero es una realidad que se tiene que atender”, declaró.
Garza prometió que si los centroamericanos se comportan, Tijuana los acogerá como hizo con los miles de haitianos que llegaron en 2016. Desde entonces, esos haitianos han abierto restaurantes, estéticas y se han inscrito en universidades locales.
El agente de policía Víctor Coronel está de acuerdo, pero se pregunta a cuántos más puede recibir la ciudad. “La única cosa que podemos hacer es esperar a que al presidente Trump se le abra su corazón un poquito”, comentó.
Con Información de Zeta/AP