El drama de las seleccionadas de Afganistán para escapar de los talibanes
Por Redacción QP
Khalida Popal, exseleccionada de Afganistan, se mantiene desde el exilio en Dinamarca ayudando a salir del país en conflicto a las futbolistas.
Ha dejado de dormir, pero no se rinde. Desde Dinamarca donde reside, la excapitana de la selección femenina de futbol de Afganistán organiza la expatriación de jugadoras amenazadas por los talibanes y desea proseguir su combate por la emancipación de las mujeres en su país natal.
“Logramos sacar a 75 personas de Afganistán, sobre todo jugadoras y sus familiares” hacia Australia, afirma Khalida Popal, sentada en las gradas del estadio del FC Nordsjaelland, club de la primera división danesa, de cuyo departamento comercial es coordinadora.
Refugiada en el país escandinavo desde hace diez años (porque estaba amenazada en Afganistán) la joven no descansa, pegada a su celular a través del cual organiza, junto a otros actores como el sindicato mundial de jugadores de futbol (FIFPro), la evacuación de jugadoras. Su bandeja de mensajes no cesa de recibir nuevas peticiones de ayuda.
Popal recibe los testimonios de futbolistas aterradas, algunas de ellas perseguidas por los islamistas, otras golpeadas y privadas de jugar al futbol, ya que la práctica deportiva femenina está prohibida por los talibanes.
“Tuve que tomar las riendas junto a mí equipo para ayudar a las jugadoras a salir de Afganistán. Ellas lloraban, buscaban ser protegidas”, explica la treintañera de cabello azabache, que se describe como “una superviviente”.
Khalida Popal no pierde la esperanza y desde el exilió se mantiene al pendiente y apoyando a las jugadoras, con el fin de que no pierdan la esperanza de que todo estará bien.
“Yo les hablé para que se reagrupen, conserven la esperanza, no abandonen. Fue lo más duro
“, detalla, sin dar los nombres de las deportistas y militantes que permanecen en el país.
“Intentamos que puedan salir más jugadoras de Afganistán, haremos todo lo posible para evacuar a nuestras jugadoras”, asegura con firmeza.
Para ella el futbol es una pasión, pero sobre todo una herramienta de emancipación primordial para las mujeres afganas. Todo lo que ella aprendió en el terreno de juego, comenzando por la superación y el espíritu de equipo, lo pone en práctica estos días.
Popal aún recuerda su infancia en Afganistán, robada por los talibanes.
“No pude ir a la escuela ni tener actividades sociales. El futbol fue nuestra revancha hacia los talibanes, nuestra manera de mostrar que son nuestro enemigo”, confiesa la joven de 34 años.
Después de unos tímidos inicios hace unos quince años, la práctica del futbol entre las mujeres fue creciendo. Hasta que desapareció de un día para otro con la caída de Kabul, el 15 de agosto.
“Partiendo desde un pequeño grupo, habíamos aumentado hasta las 3.000 o 4.000 chicas y mujeres federadas“, indica Khalida Popal. “Teníamos, árbitros, entrenadores, mujeres entrenadoras”, cita.
Con Información DPA