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¿Qué se rompió en el sistema político de EE.UU?
Por Mouris Salloum George
Director General Del Club de Periodistas de Mexico AC
Es un hecho que la aparición del vandalismo golpista provocó el quiebre de una estructura política de casi doscientos cincuenta años en Estados Unidos; los sucesos lamentables del Capitolio en Washington serán recordados por varias generaciones. Lo primero que quizá se rompió para siempre es la jerarquía del sistema electoral indirecto de elección del presidente norteamericano, sobre todos los procedimientos subyacentes del sufragio universal; un mandato constitucional respetado, asumido y obedecido en aquella nación.
El populismo vandálico logró –sin buscarlo– que el sistema electoral norteamericano esté hoy en tela de duda como mecanismo eficaz para dirimir y arreglar esas diferencias en las cúpulas políticas y económicas, pero los representantes del establishment no pudieron impedir que el candidato republicano, Donald Trump, acumulara 47% de los votos populares: 74.5 millones de votantes, los cuales quieren llevar los disturbios postelectorales del 6 de enero como “amenaza para la democracia”.
La violencia electoral es correlativa de otras crisis, violencia racial, brutalidad policiaca contra minorías, inseguridad, drogas que circulan de manera libre y masiva, pobreza de afroamericanos e hispanos y crisis económica latente.
La irrupción de “grupos activistas de Trump” encabezaron una rebelión irracional, pero forma parte de la desigualdad de un sistema elitista político, siendo los votos que llevaron a Trump a la Casa Blanca en 2016 de quienes fueron los marginados del régimen capitalista. Lo que mostró la violencia fue un sistema desigual de los poderes dominantes por parte de los demócratas en las cámaras configuradas en los lobbies del poder dominante del complejo militar-industrial-mediático-financiero-corporativo-armamentista-geopolítico, que controla las decisiones del poder de la Casa Blanca –a los que Trump había marginado– y fueron afectados por el enfoque anti-estado, anti-guerras y la violencia mostrada no es una anomalía en el sueño americano o en el modelo de “faro de la democracia”, sino un producto de las contradicciones sociales, de clases y poderes en el régimen del capitalismo de EE.UU.
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