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Es de justicia que coman los que nos dan de comer
Por Mouris Salloum George
Director General del Club de Periodistas de México AC
Aun desde un percepción de neófitos en la materia, uno está autorizado a preguntar si el abandono de la política de sustitución de importaciones para impulsar el desarrollo industrial interno, con el modelo de crecimiento hacia afuera, impuesto por la Generación del cambio a partir de los ochenta, es todavía sostenible a la luz del crack 2020 de la globalización comercial.
El supuesto de dinamizar y reforzar las cadenas de valor en el proceso productivo nacional se vio descarrilado a partir de la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) en 1993, mudado a T-MEC en 2020.
El balance de más de dos décadas nos informa que la pequeña y la mediana industria del país -grandes generadoras de empleo estable- fueron avasalladas por la opción maquiladora y armadora, de la que viene la paradoja de que exportamos lo importamos con la incesante introducción al país de bienes de producción, insumos y refacciones para el envío de productos acabados al extranjero: proceso en el que la participación de componentes mexicanos sigue siendo un nudo difícil de desanudar.
Análisis de la balanza comercial en el primer semestre de 2020
Nos asistimos para efecto de esta entrega con las documentadas colaboraciones semanarias de la Unidad de Análisis Económicas en La Jornada, con crédito a David Márquez Ayala, hoy con el tema del Comercio Exterior.
Vieja cátedra de Ciencias Económicas, la de Márquez Ayala, en el análisis de hoy evalúa el primer semestre de 2020, sacudido por los remesones del Covid-19. Su conclusión es que la balanza comercial de México, por la fuerza de las circunstancias, se vio favorecida con un superávit de dos mil 659 millones de dólares. Importamos menos, pero también exportamos menos.
Nos animan a lanzar nuestro cuarto a espadas dos de los sectores del Comercio Exterior que nos ofrecen un contrapunto: En picada desde hace por lo menos cinco años, el petrolero acumuló en el periodo analizado un déficit de siete mil 681 millones de dólares: Menos 41.8 por ciento.
El campo compensa las pérdidas en el sector petrolero
En la contraparte está el sector primario (agricultura, ganadería, pesca, etcétera) en su rama agroindustrial: Se vendieron 21 mil millones de dólares; se compraron 13 mil millones. Superávit: Siete mil millones 462 millones de dólares. El campo compensó el déficit petrolero semestral.
Cualquiera pensaría que es hora de darle cran al camino correcto de los tecnócratas neoliberales, que se hunde en el socavón, y darle oportunidad al desarrollo nacional por nuestros propios medios
Dos datos del sector primario: Fue el menos afectado por la crisis financiera internacional de 2008-2009; ha seguido creciendo en tasas sostenidas año con año. El segundo dato es más significativo: En ese sector se ocupan preferentemente personas mayores de 45 años: 49.2 por ciento.
Hay que acabar con supersticiones que importó el neoliberalismo
Claro que en cada generación se revelan nuevas vocaciones productivas -sofocadas ipso facto por las especulativas-, pero la vocación histórica de nuestro desarrollo radica en la agricultura; en el campo, en general.
Y sin embargo, en 2020 se mantienen vivas las supersticiones que nos importó el neoliberalismo. Aturdida como está por el coronavirus, no sabemos aún si la nueva normalidad vea lo que está a la vista de todos, menos para el T-MEC: El imperativo de que coman los que nos dan de comer. Sería un mínimo acto de justicia. Vale.