24 noviembre, 2024

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Dos años de polarización
Por Israel Mendoza Pérez

Ése es uno de los resultados a dos años del triunfo del gobierno de la cuatroté. La democracia postransformación se encuentra en una polarización elevada que tiene como efecto posiciones irreconciliables, lo que dificulta la posibilidad de alcanzar acuerdos y día a día se radicalizan las posiciones.

A dos años del triunfo del presidente Andrés Manuel López Obrador, la polarización política se filtró, como moho, hasta alcanzar a los diferentes sectores sociales entre los cuales el choque es la vía sin retorno. La atomización de las ideologías y la lucha de contrarios es la esencia que mantiene en pie el proyecto llamado Cuarta Transformación.

La profundidad de la división política y social del país no tiene parangón. En 2006 cuando se tenía una presidencia legítima y una “presidencia espuria” todo se encontraba en la arena política y en los círculos de opinócratas. Los ciudadanos eran espectadores de ambos bandos, los panegíricos del llamado “proyecto alternativo de nación” eran partícipes de las arengas. Ahora son actuantes directos y en redes sociales, dispuestos a la defensa violenta del modelo político-económico de la 4-T.

De acuerdo con la encuesta México ¿país polarizado? Opiniones encontradas sobre el panorama nacional, realizado por el Centro de Opinión Pública de la Universidad del Valle de México, 72% de los encuestados cree es de incertidumbre (versus 28% que percibe certidumbre), 65% de división (versus 35% de conciliación), 62% de desconfianza en el gobierno (versus 38% de confianza) y para 61% de enojo (versus 39% de alegría).

El llamado del presidente Andrés Manuel López Obrador a definir los bandos nada de medias tintas ni simulaciones en donde se debe expresar si se está a favor de la transformación o se apuesta porque se mantengan los privilegios y el conservadurismo. La división entre ricos y pobres, liberales y conservadores mantiene al país al borde de una confrontación con visos de estallido social. Los comicios electorales de 2021 y la revocación del mandato en 2022 son componentes idóneos para la división total del país.

Ése es uno de los resultados a dos años del triunfo del gobierno de la cuatroté. La democracia postransformación se encuentra en una polarización elevada que tiene como efecto posiciones irreconciliables, lo que dificulta la posibilidad de alcanzar acuerdos y día a día se radicalizan las posiciones.

A final de cuentas, López Obrador mantiene la tensión y el conflicto con los llamados “conservadores” ya que los necesita para justificar su proyecto y decisiones. Si existe resistencia tiene a quien culpar de que el proyecto no avance a los pasos agigantados deseados. Ideológicamente, los necesita para contrastar lo que se hace en la actualidad y lo que hacía en el pasado neoliberal.

La política de la polarización puesta en marcha desde hace dos años es más compleja de lo visto. No sólo se trata de un gobierno contra una oposición opuesta a su ideologías. Sino que va más allá del círculo de partidos políticos. Grupos de ambientalistas, defensores de derechos humanos e inclusive de la guerrilla que bien podrían ser afines a la ideología dictada desde Palacio también se ubican en el espectro de la confrontación por la marcada diferencia de proyectos.

El bono electoral que inició desde el mismo 2 de julio de 2018 ya se encuentra desgastado por un ejercicio del poder dedicado a buscar antagonismos y no la unidad. A buscar culpables del pasado y no resultados planeados y así continúa este proyecto de nación confrontado y plagado de antagonismos.

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