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Banderazo de salida a Morena; INE, en la mira
Por Israel Mendoza Pérez
Los candidatos de Morena ya tienen ariete de lujo para liberarles el paso en las elecciones intermedias. El presidente Andrés Manuel López Obrador se autoproclamó el “guardián” de los comicios de 2021. En su defensa de la democracia desde Palacio y su interminable lucha antifraude —iniciada hace 26 años en su natal Tabasco— raspó al Instituto Nacional Electoral (INE) y lo denosta pese a ser el mismo instituto encargado de llevar a buen camino su triunfo de 2018.
La insinuación de evitar un fraude electoral es la señal de su desconfianza abierta hacia el árbitro de la contienda. Los 30 millones de votos obtenidos se los atribuye como un logro personal y derrumba el sistema democrático del país. La imagen que ofreció a través de la conferencia mañanera es que se trata de una autoridad electoral corrupta y obediente al poder presidencial. En su ataque pasa de lado los logros democráticos, la transición en 2000 con Vicente Fox y la alternancia del poder en 2012 con el triunfo de Enrique Peña Nieto y la llegada de la 4-T al poder por la vía democrática.
Su mensaje confunde. La autoridad electoral debe ser independiente pero si a él no le gusta alguna situación entre los participantes de la contienda denunciará cualquier intento de fraude “como cualquier ciudadano”. Aunque el Presidente no es cualquier ciudadano. Tiene una investidura y representa a uno de los tres poderes. Así que la elección también se encuentra observada y hasta bajo amenaza de ser censurada.
Tener desde este momento en la mira al presidente Consejero, Lorenzo Córdova, y a los demás integrantes del INE y mantenerlos en un constante golpeteo es visibilizarlos con miras hacia 2022 ya que será el instituto quien convocará a la revocación del mandato a petición de los ciudadanos. Allí estriba una parte del choque con la autoridad electoral.
La animadversión presidencial al organismo autónomo nació hace 14 años cuando los comicios frente a Felipe Calderón fue derrotado. Desde ese momento, Luis Carlos Ugalde y el entonces IFE se convirtieron en los villanos favoritos del tabasqueño.
El riesgo actual es la pretención de rebasar la autonomía del INE a través de una lucha mediática. La trampa ya está puesta.
El Presidente debe dejar de lado la tentación de tener injerencia en los comicios ya que ello deriva en una crisis política y como efecto dominó agudizaría los problemas económicos a los que se encuentra el país. El mejor escenario es dejar que el gobierno funcione y fomentar que los métodos democráticos se pongan en práctica de la mejor manera.
Desde su llamado a las definiciones políticas de “estás con la 4-T o estás en contra”, el Presidente puso en la palestra el tema electoral. La oposición se enfrentará a la imagen del Presidente. No estará en las boletas pero su presencia en la mañanera es suficiente para guiar al partido en el poder y diezmar a sus adversarios.
Las alianzas opositoras que se comiencen a formar no van a la lucha contra Morena y algunos de sus liderazgos emergentes. Sino contra la figura del hombre de Mascupana. Quien se mantuvo vigente durante 18 años montado en una estructura alterna al poder de un partido político. Si alguien sabe hacer campañas de largo aliento es Andrés Manuel López Obrador. Contra él se enfrenta una oposición perdida y ahora un INE que sin dar el banderazo de inicio ya se encuentra estigmatizado.