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T-MEC: “Gran triunfo para América del Norte”
Por Mouris Salloum George
Director General del Club de Periodistas de México AC
Si así lo escribe el delegado del poco diplomático Donald Trump en México, Christopher Landau, ¿así debe ser? Creemos, por nuestra parte, que en la afirmación debemos poner algunos puntos sobre las jotas.
Landau le colocó el merengue al supuesto acuerdo final logrado esta mañana en la Ciudad de México. En realidad, el mamotreto que sustituye el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) tiene estampadas las firmas de los negociadores desde hace varios meses. El diligente Senado mexicano le dio su fíat desde hace varias semanas.
El Parlamento de Canadá y El Capitolio estadunidense todavía se ocupan en introducir letras chiquitas en el texto de ese instrumento comercial.
No es cosa semántica; es cuestión de Política Exterior y soberanía
El tema en cuestión no es para hacer lucubraciones semánticas. Es vital en asuntos de Política Exterior y de soberanía nacional. ¿Triunfo, el festinado, para América del Norte?
Vayamos por partes, dice el descuartizador: América, para los mexicanos, es la comunidad racial y cultural que, por encima de los regímenes políticos, concilia los intereses comunes de las naciones al sur del río Bravo hasta La Patagonia.
Para los del Destino manifiesto, la proclama América para los americanos, tiene otro sentido: Mantener el hemisferio fuera del alcance de las naciones europea, primero; ahora, de los otros continentes. Ya sabemos cuáles.
Desde que se dio por concluido el proceso de negociación del T-MEC, uno de los delegados mexicanos, ahora en el directorio de la Secretaría de Relaciones Exteriores, sostuvo que su resultante es la definición de una región proteccionista en materia comercial respecto de otras zonas económicas.
En el aislacionismo, hacer de nuevo grandes a EEUU
Aun los partidarios del alucinado Trump aseguran que es restaurador de la política de aislacionismo, cuyo objeto es privilegiar y proteger los intereses nacionales de la Unión Americana. Su lema lo condensa: Hacer de nuevo grandes a los Estados Unidos.
A mayor abundamiento, al celebrar la firma original del T-MEC, el inquilino de la Casa Blanca festinó en tono electorero: Ganamos. Fue un gran triunfo para nuestra causa. No ocultó su beneplácito: El gobierno mexicano aceptó aumentar sustancialmente la compra de productos agropecuarios de los granjeros norteamericanos.
Todos somos iguales, pero hay unos más iguales que otros
¿Alguien olvidó ya el chantaje anaranjado? Permuta de amenazas arancelarias por la condición de Tercer país seguro en materia de migración. Segunda edición: No designo organizaciones terroristas extranjeras a los cárteles mexicanos del crimen organizado, ¿a cambio de qué?
Gran triunfo para América del Norte, proclama el embajador Landau. Nos recuerda la vieja máxima flemática: En el norte, todos somos iguales, pero hay unos más iguales que otros. Dos siglos tiene ya la Doctrina Monroe. Parece que la estrenamos todos los días.