Desde principios de la década de 1990, cuando abandonó la escultura de corte más tradicional, su trabajo respondía a los distintos materiales, contextos y situaciones que encontraba en los espacios públicos de cualquier parte del mundo. Allí, en medio de lo cotidiano, plantaba lo insólito.

 

El artista ha sido ganador de múltiples premios. En 2006 recibió el Blauorange Kunstpreis, en 2012 fue condecorado como officier des Arts et des Lettres por el Ministerio de Cultura francés; en 2015 le otorgaron el REDCAT Award.

A partir del año 1990, a Orozco se le consideraba el más significativo e indefinible renovador, y corroboraba lo atrevido de sus ideas cada vez que exponía, por ejemplo, una caja de zapatos.

Sus obras han sido expuestas en varias partes del mundo, tales como la Kurimanzutto de México, la Marian Goodman de Nueva York y la Chantal Crousel de París. También llevo a cabo exposiciones individuales en espacios como el Tate Modern de Londres, el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Museo Ludwig de Colonia, el Centro Museo Nacional de Arte Reina Sofía de Madrid y el Deutsche Guggenheim.

Las piezas de Orozco desataron una gran polémica en México cuando su trabajo apenas empezaba a generar resonancia en México, en ese momento el Museo Rufino Tamayo le dedicó una muestra retrospectiva. A pesar de ello, el artista siguió afirmando la pobreza del arte en su país, precisó que las inversiones fueron muy limitadas y los propios artistas tuvieron que emprender el vuelo.

Consideraba, además, que la crítica se había quedado estancada. Su obra logró trascender en espacios importantes como la Bienal de Venecia y la Documenta X, y Documenta XI.

Él consideraba que su estilo era tan nuevo que requería de la invención de un rótulo diferenciador. Y estaba contento al añadir: “Por suerte, mi arte y yo todavía no tenemos ese nombre específico”. Aún le quedaban muros y fronteras que abatir en su quehacer incansable.

Su participación como comisario en el equipo organizador en aquella Bienal de Venecia de 2003, así como en la exposición “The Everyday Altered”, dio mucho que hablar, como él mismo reconocería. Cuando ARCO le ofreció llevar la sección de México como país invitado, prefirió centrarse en su propio proyecto, aunque, en su opinión, el artista “necesita de ese comisario, conciencia y espejo, que le ayude a descubrir lo que él mismo no ve en su obra”.

La mañana de este martes, el Presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que Gabriel Orozco dirigirá todo el Proyecto Cultural Chapultepec, y lo hará sin cobrar un solo peso.

Durante la conferencia, Orozco hizo énfasis en la propuesta ambiental, que incluso consideraría tener un jardín botánico, y habló todo el tiempo de revitalizar el área en un proyecto ecológico.

“Lo que estamos presentando ahora es un programa. No podríamos ahora ver cuál sería la infraestructura urbana más eficiente para empezar a desarrollarlo como un centro cultural, tampoco podemos decir cuáles van a ser los elementos artísticos o esculturas que probablemente van a funcionales dentro del organismo que es esta nueva revitalización del Bosque, pero sí podemos hablar de interconectividad, como hacer que empiece a circular en la mente de los mexicanos y empezar a construir lo que se necesite para su revitalización y su reforestación”.

Entre sus exposiciones más recientes destacan: Gabriel Orozco, kurimanzutto, Ciudad de México (2017); Gabriel Orozco, Aspen Art Museum, Estados Unidos (2016); Fleurs Fantomes, como parte de la comisión trienal para el castillo de Chaumont en la región Centro-Valle de Loira, Francia (2014-2016); Gabriel Orozco – Inner Circles, MOT The Museum of Contemporary Art Tokyo (2015); Gabriel Orozco: Asterisms, Deutsche Guggenheim, Berlín (2012) y Guggenheim Museum, Nueva York (2013).

Actualmente, Orozco vive y trabaja en Tokio, Nueva York, Ciudad de México y París.