El Quehacer Político en la Cultura///Frida Kahlo y la sublimación del dolor….
Por Redacción QP
Bautizada como magdalena carmen Frida Kahlo calderón, nació en el hermoso barrio de coyoacán el día 6 de julio de 1907, la que luego con el paso de los años se convertiría en un símbolo de méxico y en una de las artistas plásticas más importantes del siglo XX: Frida KaHlo
Hija del Fotógrafo de origen húngaro-alemán Guillermo Kahlo y de la mexicana Matilde Calderón, los primeros años de Frida fueron muy apegados a su padre, quien siempre fue para ella su motor, su inspiración y su guía, es más, su cómplice…, no siendo en cambio nada estrecha ni afectiva la relación con su madre doña Matilde, señora de carácter severo y frio que no se avenía bien al carácter revolucionario e independien- te de la menor de sus hijas, Frida. La vida de Frida Kahlo estuvo desde su más temprana niñez mar- cada por el dolor, la enfermedad, la tragedia y el infortunio, elementos estos que luego serían un motivo recurrente en su obra. Con tan solo 6 años de edad, en el 1913, Frida contrae Polio- mielitis, dejando esta enfermedad una secuela eterna e imborrable, su pierna derecha quedo más delgada y corta que su pierna izquierda, por lo que ya de por vida tuvo que usar un tipo de calzado ad hoc con esta circunstancia, una bota con un tacón que le permitiera caminar derecha.
Frida y diego compartían muchos intereses comunes y afines, como las ideas de izquierda de ambos, la admiración por los elementos de la cultura tradicional mexicana.
Esta enfermedad y sus consecuentes secuelas mantuvieron a Frida en cama y sin poder andar casi un año, luego de su recuperación, aunque ya de por vida con la terrible secuela, su padre la alentó a practicar deportes fuertes y extremos que en aquella época eran considerados poco usuales para las mu- jeres y llegaba a ser visto como un tabú que las mujeres los practicaran como equitación, boxeo, futbol y alpinismo, pero aun así el señor Kahlo no desistió en este empeño de dotar a su hija de una preparación física fuerte que le permitiera minimizar los estragos de la poliomielitis. Pero si la polio no fue suficiente, otro golpe demo- ledor habría de sufrir la jovencita en su más tierna edad, el 17 de septiembre de 1925 con tan solo 17 años, el autobús en el que Frida regresaba de la escuela fue embestido por un tranvía, y así como destruido quedo el autobús, destruido quedo también el cuerpo de Frida, el diagnóstico médico más sombrío no podía ser…la columna vertebral sufrió tres fracturas, igualmente quedaron fracturadas sus costillas, la clavícula, el hueso pélvico quedo desecho, la pierna derecha sufrió once fracturas, su hombro derecho se descoyuntó y el pasamanos del tranvía la atravesó por la cadera y salió por la vagina. Años después Frida bromeaba con amargura y decía que tuvo una forma “muy singular y diferente a las demás mujeres de perder la virgi- nidad: con el pasamanos de un tranvía”. A partir de este momento comienza y ya hasta el último instante de su existencia, un verdadero calvario. Frida a lo largo de su vida fue sometida a casi 40 intervenciones quirúrgicas, fuera para arreglar los destrozos que en su cuerpo dejó este terrible accidente o la polio, fuera para calmar los dolores que la martirizaban o para estirar partes que quedaron desechas, pero la realidad es que los periodos sin caminar y postrada a veces se prolongaban meses o hasta años ya que entre los dolores físicos que la obligaban al ostracismo, las operaciones y luego los largos periodos de recuperación, era más el tiempo enca- mada que con una vida normal. Otro tema que producto de sus enfermedades y del accidente golpeo cruelmente la vida de Frida fue su imposibilidad de ser madre. A innumerables tratamientos dentro y fuera de México se sometió para lograr un embarazo que jamás logró, pues su destrozado cuerpo definitivamente quedó incapacitado para la maternidad. Antes de este accidente, Frida no había mostrado ningún interés especial por la pintura, siendo sus aficiones favoritas los deportes o sus ideas de izquierda (que dicho sea de paso defendió hasta su último minuto de vida) las que junto a numerosos amigos varones de su generación, se traducían en hacer discursos, protestar en la escuela o siempre ser como revolucionarios y contestatarios ante cualquier hecho social. Pero resulta que estos muy prolongados periodos en cama hicieron nacer a la gran artista que Kahlo llevaba dentro.
Imposibilitada de cami- nar ni de hacer una vida social, Frida se volcó en la pintura y a partir de 1927 su obra empieza a ser más compleja cada vez, moviéndose entre la vanguardia, el simbolismo y el surrealismo. Para esta época una joven Frida traba amistad con el revolu- cionario cubano Julio Antonio Mella, casado con la fotó- grafa italiana Tina Modotti, quienes la presentan con el maestro del muralismo mexicano, el gran Diego Ri- vera, quien ya marcó para siempre la vida de Frida Kahlo en una relación que se formalizó en matrimonio en agosto de 1929, relación que dicho sea de paso estuvo marcada siempre por una compleja relación de codependencia, amor desenfrenado, eta- pas de odio y distanciamiento y etapas de amor. Frida y Diego compartían muchos intereses comunes y afines, como las ideas de izquierda de am- bos, la admiración por los elementos de la cultura tradicional mexicana, su amor por los animales, su apoyo a causas revolucionarias y su entrega total a las artes plásticas. Eran dos grandes artistas, dos símbolos de la cul- tura compartiendo la vida. Frida sufría constantemente por las infidelidades de Diego, aunque la que más la destrozó fue cuando diego tuvo un amorío con su propia hermana Cristina Kahlo, a su vez Frida devolvía el golpe teniendo tam- bién relaciones extramatrimoniales con personalidades políticas o del arte de la época ya fueran hombres o mujeres, pues su bisexualidad no era un secreto ni nada que a Diego le causara prejuicios. De manera que estamos ante la figura de una mujer cuya vida fue marcada tanto por el sufrimiento físico como por el sufrimiento y la frustración personal, físicamente destrozada, imposibilitada de ser ma- dre, atada eternamente a una relación sentimental a todas luces toxica, incapacitada físicamente de tener una vida normal, Frida bebía alcohol y fumaba muchísimo, y sus estados emocionales eran muy complejos, pues con facilidad pasaba de la ira a la depresión o viceversa, a veces etapas de creación genial y desesperada, como en una lucha contra el tiempo y luego nuevamente etapas de angustia, dolor y sufrimiento, todo lo cual se refleja de manera extraordinaria y genial en su obra. En una ocasión un crítico de arte le dijo que su obra era surrealista, a lo que Frida respondió que eso era imposible, pues ella no pintaba una realidad onírica, sino su propia realidad, su sufrimiento y su dolor. De manera que este dolor físico y este sufrir constante que marcó su existencia, aunque sea triste decirlo, también fue el germen de una obra inmortal en la que el sufrimiento fue sublimado y convertido en arte del más exquisito, lo que hoy en día la define como la artista plástica mexicana más conocida internacionalmente, un símbolo de la cultura de México, un símbolo de la cultura latinoamericana y una de las voces más trascendentes y robustas del surrealismo en las artes plásticas a nivel mundial.