24 noviembre, 2024

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El regreso del renegado

Por Israel Mendoza Pérez

Acostumbrado al estilo de la política de la barbarie, Ulises Ruiz Ortiz vuelve a la carga contra el PRI al impugnar las listas plurinominales. Su disgusto es contra el dirigente Alejandro Moreno, pero su mano dura lo hace pelear con los militantes de su partido. Pierde el objetivo y abrió varios frentes de pleito.
En su coraje suelta “fuego amigo” pero todo se queda en la denuncia mediática y en el grito en las oficinas del CEN. Es un estilo noroñesco pero sin pataletas. El pleito con Alejandro Moreno estriba desde que la candidatura del exgobernador a la dirigencia se deshilvanó en el camino por falta de requisitos. Aun así inició una rebelión ficticia en el PRI. Más mediática que con elementos sustanciales o acudir a las autoridades de su partido.

URO. Mano dura.

Pero Ulises Ruiz muestra sus rasgos autoritarios. Si no le dan candidatura arma un sainete. Y si le dan un espacio tiene un pasado tétrico que no ayuda a la imagen del PRI. Aunque tampoco tiene la autoridad suficiente para ser un candidato limpio.
En su pasado, como gobernador de Oaxaca, aún pesan los actos represivos de los cuales no ha demostrado con solidez que no tuvo ninguna responsabilidad. Sin embargo, los excesos de sus subalternos exhibieron a un gobernador desinformado. El caso de la detención de los dos exintegrantes del Ejército Popular revolucionario (EPR) Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, en mayo de 2007 es un capítulo negro en la época del gobierno de Ulises Ruiz.
En Oaxaca, durante su mandato, existió un grupo de la Policía Ministerial de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Oaxaca conocido como FEPAR (Fuerza de reacción Inmediata) que se creó para la investigación de delitos cometidos por grupos guerrilleros y que tuvieran relación con movimientos políticos, el cual en mayo de 2007 era dirigido por el comandante Pedro Hernández. Subalterno del entonces procurador Evencio Nicolás y por la línea de mando también del exgobernador Ulises Ruiz. En ese caso se perpetró el abuso de autoridad, tortura y desaparición forzada.
    Con ese pasado al estilo de los gobiernos represores de la década de los 70, Ulises Ruiz se convierte en un personaje incómodo para los priistas que necesitan ganar espacios en 2021 ante el avance de Morena.
El exmandatario no tiene buena relación con Moreno Cárdenas y tampoco con ciertos sectores del perredismo. Partido con el que irán en alianza los priistas y panistas. El escenario para la candidatura de Ulises Ruiz no es el más propicio. Su presencia es más molesta que aceptada. Su pasado lo exhibe y en el presente tampoco goza de las simpatías de la clase política. Es el priista rebelde mal orientado y un renegado sin redención.

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