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Brasil retoma clases presenciales después de casi un año suspendidas por COVID-19
Por Carolina Alonso Romei
Internacionalista
Además de los graves problemas en el ámbito sanitario, Brasil también vive un impás educativo que lo ha llevado a situarse entre los países que más tiempo tuvieron sus escuelas cerradas: 43 semanas, casi el doble de la media mundial, según la Unesco.
Después de meses en los que ni siquiera fue un asunto de debate, los Gobiernos regionales y municipales, que entre sus competencias tienen la educación, empiezan a anunciar a cuentagotas sus cronogramas de vuelta a las aulas presenciales. Una veintena de estados brasileños esperan hacerlo entre febrero y marzo.
Aulas de Sao Paulo tienen alumnos de nuevo
Este lunes fue el turno de Sao Paulo, la región más rica e industrializada de Brasil y también una de las más afectadas por la COVID-19, con cerca de 55 mil muertos y 1.8 millones de casos.
Más de 4 mil 500 colegios de la red pública paulista abrieron hoy sus puertas para impartir clases, con un aforo máximo de hasta un 35 %.
Sin embargo, la vuelta de las clases presenciales no ha sido un camino plácido para el Gobierno de Sao Paulo. Fue motivo de embate en los tribunales y de una huelga convocada por un sindicato de profesores, que según el secretario de Educación, Rossieli Soares, ha tenido una adhesión “próxima a cero”.
Como Sao Paulo, varios estados brasileños han optado por un régimen híbrido, entre educación presencial y remota, a fin de poder mantener el distanciamiento dentro de las clases, aunque no todas las familias tiene los equipamientos necesarios para ello.
Falta de computadoras en casa
Casi 40% de los estudiantes de escuelas públicas urbanas de Brasil no tiene computador ni tableta en casa, según una encuesta divulgada a mediados del año pasado, que pone en evidencia las dificultades para imponer una educación mixta.
El dato también refleja la extrema desigualdad de este país, pues en las escuelas privadas ese porcentaje es apenas del 9%.
Además, uno de cada cuatro brasileños aún no tiene acceso a internet, de acuerdo con el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
La desigualdad en las casas, también se observa en los colegios, que tienen mejor o peor infraestructura para enfrentar la pandemia dependiendo del músculo financiero de cada municipio o estado.
“Hay escuelas que no tienen una pila para lavarse las manos. Sabemos también de casos en los que los colegios recibieron alcohol en gel a mediados de 2020, no enviaron más, y ya les ha caducado. El retorno no será fácil”, afirmó Priscilla Tavares, especialista en economía de la Educación de la Fundación Getulio Vargas (FGV).
Sin computador ni conexión a internet, el acceso a los contenidos educativos se convierte en una quimera para muchos.
“Con la pandemia, a pesar de los esfuerzos de las redes públicas para implementar una enseñanza mixta, hay un número enorme de alumnos que se quedó sin clase, y por eso la preocupación con mantener las escuelas cerradas tanto tiempo”, explicó Tavares.
Un estudio divulgado en enero pasado por el el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) mostró que 5,5 millones de niños y adolescentes brasileños no tuvieron ningún tipo de actividad escolar por causa de la pandemia, que ya deja en todo el país 9,5 millones de contagios y cerca de 232.000 fallecidos.
De acuerdo con el informe de Unicef, en la región norte, una de las más empobrecidas del país, el contingente de estudiantes que no consiguió tener acceso a ningún tipo de formación fue el doble que la media nacional.
“Tememos un retroceso después de años de conquistas en los que conseguimos colocar a todo el mundo en la escuela”, advirtió Tavares.
La especialista consideró además que, de la misma forma que ocurrió con la gestión de la pandemia desde el punto de vista sanitario, al Ministerio de Educación le “faltó un poco dar un norte” a la hora de orientar sobre las mejores prácticas para la retomada de las aulas.
Con información de EFE