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El Incomprendido
Por Israel Mendoza Pérez
Cuando Porfirio Muñoz Ledo dijo: “Morena salió de mi corazón” era metafórico. Pero lastimó los sentimientos de sus correligionarios. Ahora, aprovechó la coyuntura la lideresa del ala “ortodoxa” de Morena, Yeidckol Polevnsky y criticó al político octogenario. No lo dudó. Y ella, cree que lo puso en su lugar.
En comparación histórica y política, Muñoz Ledo es un peso pesado y Yeidckol Polevnsky simplemente es amater. El legislador tiene la autoridad, simplemente por antigüedad, de llamar hipócritas y lambiscones a los diputados de Morena, quienes no le aprobaron una reserva, a pesar de que habló con todos y le dijeron que votaron a favor. Aunque a su espalda, el resultado fue otro. Traición. No hay otra explicación.
Pero Yeidckol está en Morena para ser la vocera oficiosa del partido-movimiento. “Y si nuestro objetivo ha sido tener mayoría y aprobar las iniciativas del Presidente, ese era nuestro plan desde el principio, nosotros no engañamos a nadie, nosotros tenemos una plataforma que todos podían leer y que todos tenían que trabajar en consecuencia”, reviró.
Y en su crítica pega: “No pueden esperar llegar a Morena y luego querer hacer lo que se les ocurra, no es partido de ocurrencias”.
El vacío institucional en Morena aumenta. Muñoz Ledo lo exhibe: “Tengo información de que solo tres votaron a favor, no es que me oponga a una dictadura silenciosa, sino que me parece que la hipocresía y el doble lenguaje no caben en la 4T”.
Aún con la crítica contra Muño Ledo él no dejará el partido que le dio fuero. Descarta renuncia ante la antidemocracia exhuberante llevada de la mano de las pugnas internas y de la ambición de mantener una dirigencia unipersonal que los obliga a no ponerse de acuerdo. A cerrar los canales de diálogo a tener una dirigente de gustos exquisitos, pero con tufo de “caudillo”.
“Soy fundador de Morena”, mencionó al recordar que su partido es una herencia de la corriente democrática, en la que ha caminado desde 1989 al lado de Andrés Manuel López Obrador. “Yo no he cambiado, si los demás sí, es su problema”.
El problema es que algunos de los legisladores de Morena ya llevaron la chabacanería a las curules. Muñoz Ledo insiste: “Ni me oyeron, problema de un Congreso dominado por las selfies, muchas gentes hablan para tomarse una selfie y mandarla a su local, discursos buenos o malos, depende de los asesores que tengan”. El debate de altura queda sepultado. La legislatura light impera.
Muñoz Ledo es la voz de mayor antigüedad para guiar, desde sus experiencia, al partido que apenas cumple cinco años de existencia. Pero es la cúpula la que tiene secuestrada la vida partidista. Yeidckol nunca quiso convivir con el pasado de Morena. Hoy lo demuestra. Para ella, Muñoz Ledo no le significa nada, pues no son compañeros de batallas democráticas y la distancia generacional es inmensa. Ella apenas comenzaba su carrera empresarial en 1988 y Muñoz Ledo ya le daba vida al partido que se convirtió en un parteaguas de la vida política. El PRD nacía y Yeidckol estaba alejada de tener militancia. Y eso sólo es un ejemplo.