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Pablo no perdona a Rosario
Por Israel Mendoza Pérez
Los próximos días para Rosario Robles serán más complicados de lo esperado. Ante los legisladores integrantes de la Sección Instructora se reforzó la sospecha de que ella siempre estuvo enterada de todas las anomalías cometidas administrativamente para configurar lo que se conoce como la Estafa Maestra.
Desde 2017, el ex auditor Superior de la Federación, Juan Manuel Portal Martínez y la ex directora general de Asuntos Forenses del mismo órgano fiscalizador, Muna Dora Buchahin, afirmaron que ellos mismos notificaron a Rosario Robles de las irregularidades detectadas en Sedesol y Sedatu y según sus testimonios, “ella ofreció no volver a hacerlo, reconociendo lo que se estaba observando por parte de la Auditoría, dijo ok, lo voy a dejar de hacer ya”.
Con esta declaración en el desahogo de pruebas testimoniales con respecto al juicio político le dan más argumentos al juez Felipe de Jesus Delgadillo Padierna para mantener en prisión a Rosario Robles Berlanga. Es más que claro que ella sabía perfectamente la triangulación que se hizo de los recursos públicos. Y con los recientes testimonios, Pablo Gómez Álvarez, presidente de la Sección Instructora, tiene en sus manos a quien no lo apoyó para ser candidato a Jefe de Gobierno en el año 2000. Ahora, él se convierte en el personaje clave para que la humillación pública se concrete.
El juicio político se utiliza para la inhabilitación o separación del cargo del funcionario; sin embargo, Robles Berlanga ya estaba separada e igual manera estaba inhabilitada del cargo. Así que el juicio no tiene otra intención más que convertirlo en parte de la acusación mediática.
Exhibir que Morena la llevó a juicio político por haber estado en un gobierno neoliberal y traicionar a la izquierda. Esa es una de las acciones para resaltar y justificar su “cruzada anticorrupción” contra el pasado.
Hace 20 años, Pablo Gómez sufrió el peso del cardenismo en la ciudad encarnado en Rosario Robles, cuando fue la Jefa de Gobierno. Lo dejaron solo y no pudo ser candidato. Por ello, el entonces precandidato perredista insistió en que Andrés Manuel López Obrador no cubría los requisitos de residencia para ser Jefe de Gobierno. Incluso dejó de ser articulista de un diario afín al tabasqueño ya que no se publicó su opinión respecto a la trayectoria del entonces candidato fuerte del PRD. Apostó su capital y perdió presencia.
Ahora a la distancia del tiempo se convierte en uno de los artífices de Morena encargados de tener a sus adversaria en las cuerdas del ring político. Aunque sostuvo: “aquí nadie está siendo enjuiciado. No tenemos inculpado alguno. Aquí estamos en una investigación; es la primera fase del juicio político. No corresponde a esta Cámara el enjuiciamiento. Es facultad exclusiva constitucional de la Cámara de Senadores”.
Sin embargo, su pasado frustrado lo exhibe y busca quedar bien ante los ojos de quien fue su rival. La politización y el ajuste de cuentas en el caso Robles es evidente. Son los mismos personajes del pasado que se encuentran para darle continuidad con una historia pendiente y una serie de vendettas que se cobran aunque sea a toro pasado.