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Se apagan los superdelegados
Por Israel Mendoza Pérez
El presidente Andrés Manuel López Obrador le apostaba todo a esa una nueva figura en la administración pública federal.
La figura de los superdelegados es un modelo poco funcional y lejos de convertirse en operadores eficientes para la dispersión de programas sociales, distorsionan su esencia y se convierten en administradores de sus intereses políticos y de grupo.
El presidente Andrés Manuel López Obrador le apostaba todo a esa una nueva figura en la administración pública federal. Sin embargo, desde su creación, el año pasado, la oposición advirtió del posible uso político-electoral de los programas sociales y hoy se confirman las sospechas a la vista del coordinador de los delegados, Gabriel García, quien, dicen en Palacio, cayó de la gracia del Presidente.
Uno de los casos más graves ocurre en Jalisco. El super delegado, Armando Zazueta, cercano a García y al senador de Morena, Alejandro Peña, concretó una venganza al despedir injustificadamente a los cuatro subdelegados que destaparon sus presuntos actos de corrupción, desde persecución política contra quienes no se alinearan con él hasta nepotismo.
El 13 de septiembre, a Palacio Nacional llegó una carta de los subdelegados Blanca Olivia Vargas (Zapopan), Leonel Olaf Guzmán (Tequila), Luis Armando Vargas (Mascota) y María de Jesús Padilla (Altos Sur). Expusieron: “Zazueta ha estado buscando posicionar a diversas personas en puntos estratégicos para obtener un beneficio electoral y de estructura”, “hemos sido sujetos a una persecución política”, “consideramos pertinente que nuestro pronunciamiento sea tomado en cuenta para que se ordene la apertura de una investigación formal”.
La queja se interpuso también en las secretarías de Bienestar y Educación Pública, de María Luisa Albores y Esteban Moctezuma, respectivamente, así como sus órganos internos de control. También llegaron al Instituto Nacional Electoral, que preside Lorenzo Córdova, y a la Fiscalía General de la República, de Alejandro Gertz Manero.
Dos meses después, los subdelegados recibieron un correo de Zazueta para que se presentaran en su oficina de Guadalajara. Obvio, no los recibió él sino otra persona que les dijo que era una lástima, pero su contrato se venció. Los corrieron el 15 de noviembre, sin liquidación ni aguinaldo.
Esto lo sabe Gabriel García, quien también supo de las quejas y de una estructura de nepotismo en Jalisco en la que están inmiscuidos los subdelegados de las zonas Zapotlán, Tlajomulco, Autlán y Tonalá, en esta última región, a cargo de Elizabeth Flores, se encontraba en la nómina, al menos hasta agosto, la suegra y la pareja de Zazueta.
En tanto, la Secretaría de la Función Pública (SFP), aún le buscan irregularidades al exdelagado Carlos Lomelí Bolaños, expediente al que sí le dieron celeridad, al punto que este decidió separarse del cargo en lo que la resolución final es dictada, misma que estaría a días de conocerse y sería a su favor.
Lomelí Bolaños entonces podría ser el candidato de Morena ya sea para la presidencia municipal de Guadalajara o de Zapopan, pues en Morena aseguran que el exsuperdelagado de Jalisco trae una alta aprobación. De acuerdo con encuestas internas, Lomelí supera el 60% de la aprobación de los jaliscienses y si por encuestas se saca al candidato -método que López Obrador siempre ha preferido-, los demás competidores no le harán sombra.
Otro ejemplo es de estos superdelegados es el de Reyes Flores Hurtado, en Coahuila, este político no pertenecen a Morena. Ni siquiera se encuentran afiliados. Pero forman parte de ese núcleo de poder formado y permitido por Yeidckol Polevnsky para conservar lo ganado en las urnas y al interior del partido que le dictan como manejar.
Así se ha comenzado a estropear el proyecto de López Obrador. Debido a la llegada de políticos oportunistas.