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Terror en la frontera
Por Israel Mendoza Pérez
En el ambiente de inseguridad reciente en el país, toma fuerza la versión de entrar en una escalada de violencia impune con tintes de “narcoterrorismo”, sobre todo, en la región norte. En este momento, comenzar a manejar esa versión se corre el riesgo de dar el siguiente paso derivado de la violencia y la pérdida de la gobernanza llamado: Estado fallido.
El gobernador de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, advirtió hace uno día que tras los hechos violentos en el municipio de Nuevo Laredo donde se desataron balaceras entre autoridades y sujetos armados así como bloqueos y vehículos incendiados, el Estado vive “narcoterrorismo”.
Sin embargo, no sólo se trata de un mandatario de extracción panista quien tiene esta percepción. Bryan LeBarón, uno de los integrantes de la familia masacrada el 4 de noviembre y quien se reunirá con el presidente Andrés Manuel López Obrador, el próximo lunes 2 también llama terroristas a los grupos delictivos que operan en ambos países.
En la actualidad, el llamado terrorismo global se define por la extensión a escala mundial de factores como la facilidad de circulación fronteriza, la densidad de medios de comunicación dispuestos a cubrir una noticia y la disponibilidad de mercados clandestinos de armamento. Las características están completas para los grupos delictivos que operan en la frontera de ambos países. La definición y aceptación de un gobierno es lo complicado.
Ahora, el integrante de la familia LeBarón, señaló en un cable de Notimex que en México, desde 2018, se cometen 100 asesinatos diarios en promedio, perpetrados por “organizaciones terroristas que operan con casi total impunidad”.
Menciona que el tercer objetivo de la caravana hacia EU es expresar la gratitud a Buró Federal de Investigaciones (FBI), a sus autoridades, incluyendo a Donald Trump y a algunos senadores estadunidenses, así como a miembros del Poder Judicial y a la Patrulla Fronteriza.
Ellos, “han expresado sus condolencias y han ofrecido apoyo a nuestras familias en estos momentos difíciles. Muchos de ellos apoyan que a los miembros de los carteles mexicanos se les considere terroristas asesinos”, enfatiza.
Para desgracia del gobierno de la Cuarta Transformación, mientras impulsa una política humanista de abrazos y no balazos, el llamado “narcoterrorismo” tiene como objetivo generar el caos y miedo por el número elevado de víctimas. Además de tener una estructura de funcionamiento de las grandes empresas multinacionales. A esta forma de violencia se le ve más apegada a las formas de ataques bélicos contemporáneos que querer mandar mensajes de orden o ideológicos o políticos. En México esa expresión no existe.
Olga Sánchez Cordero tampoco ve “síntomas de narcoterrorismo” en la visión del mandatario estatal. Ella lo minimiza a final de cuentas es parte de su trabajo.
Los recientes ataques y la manera de operar de los grupos delictivos como el del culiacanazo deberían ser señales necesarias para aceptar la figura de terroristas, pero a la fecha ningún gobierno mexicano contemporáneo ha aceptado la existencia de esa forma de violencia en el país, aunque en los hechos esté en los municipios, las calles y carreteras del país.