A unos días de cumplirse el primer año del terremoto, Saúl Vicente sacó fuerza de su interior y decidió buscar remedio para su enfermedad.

Se bañó y caminó hasta la casa de la anciana curandera de 90 años que sabe “sacar el susto y la tristeza” y a quien conoce desde que era un niño.

Compró ramas de albahaca fresca y huevos de gallina criolla que le recogen “lo malo”, así como la pomada para desbaratar los nudos del cuerpo y mezcal, que ahuyenta el miedo y fortalece el espíritu.

Se quiere curar, quiere trabajar, recuperar energía, sentirse útil y comenzar de nuevo para no dejarse vencer como su vecina Concepción que, según cuenta, en abril murió de miedo porque el día del terremoto estuvo a punto de caer a un pozo.

Con Información de EFE