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INFORME PRESIDENCIAL COMO RECURSO PROPAGANDÍSTICO…
Por Alejandro Romero Barrios
INFORME PRESIDENCIAL COMO RECURSO PROPAGANDÍSTICO…
“El hecho de pasar de particular a príncipe presupone o virtud o fortuna”:
Nicolás Maquiavelo (El Príncipe).
Andrés Manuel López Obrador es un mandatario sui generis, muy diferente a los demás, con una enorme fortuna y suerte, como él personalmente lo expresó en el informe presidencial, y es que en el primer año de su gobierno “no ha habido confrontación en México”, de verdad y sin “ofender”, no hay adversarios políticos que se puedan aglutinar para ser un contrapeso, pues en palabras presidenciales se encuentran “moralmente derrotados”.
El Palacio Nacional, hoy recinto presidencial, sirvió una vez más para que un presidente de la República hiciera público el estado que guarda la nación a través de su informe, esta vez, Andrés Manuel López Obrador presentó el día uno de septiembre el primero de su gestión, a pesar de que fue anunciado por ellos mismos como el tercero, extraño, pero seguramente responde a una estrategia de propaganda gubernamental o de distracción. Tercer informe le puso porque a lo mejor este primer año le ha parecido como tres largos años, en donde la dura realidad cada vez más lo sitúa en la justa y retadora dimensión de gobernar un país tan complejo y injusto como el México actual.
El presidente López Obrador arropado por los gobernadores, su gabinete, miembros del poder judicial, legislativo y de las fuerzas armadas, entre otros invitados especiales, dio un discurso para el “pueblo”, pero, curiosamente hoy no estuvo presente el pueblo.
En donde lució de una narrativa vigorosa en adjetivos y circunloquios, muy consistente, que dejó muy en claro que: 1) el Estado seguirá enfocándose en poner delante de las políticas públicas primero a los pobres, 2) que en el país se tienen que erradicar los enormes privilegios, desigualdad y corrupción prevalecientes, 3) que se está consolidando una transformación de la vida pública del país.
Otro acierto, según los especialistas, es lo logrado vía la Ley de Amnistía que el gobierno ha empujado, pero, se ha diluido gracias a las controvertidas Leyes “Bonilla” y “Garrote”, pues esta última, choca con el sentido ético de los partidos y gobiernos de izquierda y progresistas.
Otra idea que expresó firme y clarísimamente el presidente López Obrador es la división existente entre su gobierno y el poder económico, que muchos afirman que ésto no significa necesariamente una ruptura con el empresariado, sino una sana distancia al contubernio que había prevalecido en gobiernos anteriores, que sólo desarrollaban las condiciones para que un grupo selecto de grandes varones del capital económico vinculado al político, amasaran inmensos capitales en detrimento de las mayorías.
Sin embargo, esta idea de la sana distancia del gobierno y el poder económico es imposible, por lo menos en la práctica, porque hoy no existe una transición democrática o cambio de régimen, porque cuando un Estado-nación sigue conservando las instituciones gubernamentales del antiguo régimen (ancien régimen) y, sobretodo, actores y grupos de los poderosos beneficiarios económicos del régimen de corrupción de detonó durante años el viejo y corrompido sistema político-empresarial mexicano, la transición está en duda y en veremos.
Por ejemplo, las Revoluciones Francesa o la Mexicana detonaron cambios en las estructuras políticas y económicas, al contrario de la 4ª Transformación encabezada por AMLO, que no ha logrado trastocar las estructuras económicas del establishmentmexicano que directa o indirectamente participaron en el estado que atraviesa México.
Para algunos, este Primer Informe de Gobierno fue una mañanera más, con mucho más datos pero sin autocrítica, ni preguntas, que muchas veces son realizadas cotidianamente por la escenografía inmóvil, acrítica y tradicionalista.
En cuanto a los temas del discurso presidencial, no existió una jerarquización correcta de los temas a informar, es claro que los temas de seguridad, desempleo y educación se revolvieron con temas intrascendentes.
Parece que lo negativo nubla los avances presentados, porque: 1) no hubo en el discurso presidencial con autocrítica sobre qué se ha hecho bien y que no, dado que ningún gobierno en el mundo es 100% eficaz, 2) No hay datos nuevos, y en las cifras expresadas en el informe no hay manera de verificar los dichos con los hechos, sin embargo, lo único cierto es la abrumadora realidad del México actual, 3) en esta administración pública federal, los investigadores sociales afirman que cada vez es más difícil accesar a los datos y cifras que permitan contrastar lo dicho en la narrativa gubernamental con la realidad, 4) no se dijo nada nuevo sobre cómo abordar de manera contundentemente la crisis de seguridad por la que atraviesa el país.
El presidente aceptó que no hay crecimiento económico en México, que le importa más las mediciones cualitativas, en donde el pueblo sea feliz vía la redistribución de la riqueza. Pero, si un gobierno hace las cosas y las hace bien, el pueblo es feliz. Muy a pesar, que en campaña y al asumir el gobierno prometió de manera vehemente un crecimiento de la economía, pero, no lo logró en este primer año.
En conclusión, muchos mexicanos esperamos que no sea un informe que le apuesta más a la forma que al fondo, que sus discursos sólo intentan ser una simple estrategia de comunicación política que busca sembrar la imagen de un gobierno eficiente, vía un performance político que cuando el mandatario diga algo, las cosas ocurrirán en automática o mágicamente para transformar una realidad que parece inamovible. Esperamos que no sea un gobierno que le apuesta al performance político, porque el México contemporáneo tiene tantos retos en materia de justicia social que deben ser atacados, un ejemplo, es disminuir la brecha entre mexicanos pobres y ricos, esa lamentable distancia que ha sido manifestada y combatida desde la fundación de la nación mexicana, desde los “Sentimientos de la Nación” del gran José María Morelos y Pavón.
Al Presidente López Obrador le quedan cinco años, en los que debe de consolidar las bases de una nueva nación, ya que desde la perspectiva Maquiavélica, el Príncipe debe contar con virtudes y suerte y, el tabasqueño cuenta con ambas para construir una nación justa, moderna, competitiva y en paz. Sin olvidar, que es una persona persistente, insistente y contundente, que si se lo propone, puede construir el México por el que votamos la mayoría.