23 noviembre, 2024

“La ficción es parte de la condición humana”

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“La ficción es parte de la condición humana”
Por Redacción QP

“La ficción es parte de la condición humana”

Por Redacción QP

Jorge Volpi, Lorea Cnales, Mario Bellatin y Emiliano Monge sostuvieron la charla “Los límites de la ficción” en la que indagaron en la relación de la invención con lo real

Los narradores Mario Bellatín, Lorea Canales, Emiliano Monge y Jorge Volpi comparten una inquietud en común: la oscilación entre la ficción y la realidad en sus letras, por lo que en el marco del Festival Letras en Tepic, los autores realizaron el conversatorio “Los límites de la ficción; el oficio de escribir”.

Volpi fue el primero en admitir su interés por esta aparente dicotomía, abordada por él desde la neurociencia: “El cerebro humano no tiene manera de distinguir las imágenes que vienen de la realidad de aquellas que provienen de la ficción, es decir, que para nuestro cerebro, cualquier memoria es idéntica; lo único que nos hace saber que estamos frente a la realidad y no frente a la ficción es que el cerebro tiene la manera de relacionar cuándo fue tomado ese recuerdo a partir de otro recuerdo”.

Sin embargo, el autor explica que esta relación se puede borrar, “por lo que algunas veces nos ocurre que no sabemos si algo que creemos real lo fue en verdad, si es una imagen mía, si lo leí en un libro, si lo vi en una película, y eso habla de lo fácil que es transitar de lo real a lo ficticio en el cerebro”.

Además, detalla que el hipocampo se encarga de traer los recuerdos al presente y también realiza el acto de imaginar: “Somos seres ficcionales, la ficción es parte de nuestra propia condición humana, si nuestro cerebro evolucionó a diferencia de otros animales en una medida tiene que ver con esto, con la función principal que tiene el cerebro humano: tratar de imaginar el futuro”.

A esta actividad, le añade la función de las neuronas espejo, “que en realidad sirven para generar empatía.

Terminamos por entender también el poder de la ficción, quiere decir que cuando nosotros leemos, vemos una película, estamos en una obra de teatro, realmente la vivimos como real, primero porque esas imágenes se parecen a aquellas que provienen de la propia experiencia y en segunda porque somos capaces de ponernos en el lugar de esos personajes que estamos viendo y por lo tanto sentir las emociones y vivir lo que ellos viven, de tal manera que la ficción es tan real para nosotros como la realidad misma”. Así, el papel de la ficción en la vida de los seres humanos es constante.

El olvido: natural para el cerebro

Tanto Emiliano Monge como Jorge Volpi han explorado el mundo de la autobiografía; aunque ambos en diferentes géneros literarios, los dos escritores coinciden en la ambigüedad de catalogación para este tipo de textos.

El primero afirma que es una etiqueta impuesta por las editoriales: “Ficción y no ficción es una cuestión más comercial. Yo nunca dije que hice una autobiografía o una novela de no ficción, eso lo dijo la editorial”, afirmó el autor respecto a su más reciente publicación “No contar todo” (2018).

Por su parte, Volpi agregó: “Muchas veces se pregunta uno dónde queda la escritura autobiográfica, si en la ficción o no ficción, sobre todo en esta clasificación anglosajona que suele ponerla en la no ficción, pero en realidad queda en medio, debería haber otra”.

Para el actual director de Difusión Cultural de la UNAM, la autobiografía es una oscilación entre la ficción y la realidad porque los recuerdos apegados a la realidad son imposibles: “Nuestro cerebro no está diseñado para almacenar recuerdos perfectos, no es una especie de archivo de biblioteca o de computadora donde se almacenan recuerdos que vienen directamente de la realidad, el cerebro está hecho para predecir el futuro a partir del pasado y para esto necesita adelgazar los recuerdos con el olvido, para que se conviertan en patrones útiles para el futuro, a la hora de recordar estamos constantemente trabajando en contra de lo natural del cerebro que es el olvido”.

El olvido, los falsos recuerdos así como los inventados y los implantados desembocan en la desconfianza hacia nuestra memoria como reflejo de la realidad pasada, además, Volpi suma la importancia del presente respecto al pasado, ya que, afirmó, la mirada hacia atrás está sesgada por el momento en el que se observa, “el recuerdo nunca es el recuerdo del pasado: desde el presente se ve el pasado”. De esta forma, escribir autobiografías confiadas en el baúl de los recuerdos, llevan al texto a ubicarse entre lo real y la ficción.

Esta problemática entre la memoria, el autor y la obra, no atañen directamente al lector, ya que “a un libro basta que le pongas en la portada ‘Basado en hechos reales’ o ‘Autobiografía’ para que lo vean de una manera, o a la inversa, ponerle ‘Novela’ y ya lo leerá como si fuera todo inventado”, recalcó Volpi.

“Cada lector puede decidir si quiere leer una novela como si fuera real o leer un libro como si fuera una invención. Lo hace de manera muy ingeniosa los hermanos Cohen en ‘Fargo’ (serie), poner que está basado en hechos reales y sólo es un recurso narrativo”, concluyó el escritor de la generación del crack.

Humanos, ‘una especie rarísima’ 

Jorge Volpi disfruta de contar una anécdota en la que demuestra la relevancia de la ficción en la cotidianeidad de los seres humanos: “Una universidad estadounidense hizo un estudio hace unos años que dio los siguientes resultados, que parecerían muy pasmosos: pasamos entre 5 y 8 horas diarias consumiendo o produciendo ficción, es decir, lo que leemos, las que vemos en televisión, en las redes sociales, en los videojuegos… En cambio, le dedicamos cinco minutos al sexo. Quiere decir que somos una especie rarísima, pues le dedicamos sólo cinco minutos a reproducirnos en la realidad y en cambio cinco horas a reproducirnos en la ficción”.

Periodismo y literatura

Los narradores partícipes del conversatorio también destacaron los límites de la literatura en el periodismo, actividad que debe alejarse de la ficción aunque no necesariamente de la estética que ofrece la retórica.

Para Lorea, esta distinción no se basa en el arte de escribir, sino en la ética: “Puedes inventar lo que quieras y decirlo; pero tienes que establecer las reglas del juego, cuando se rompen hay un problema ético; para mí la parte ética viene donde se hace un daño ajeno”.

Mientras que el director del FONCA, Mario Bellatín, se ha entretenido con la invención dentro del periodismo, pues aunque sólo lo ha ejercido pocas veces, recuerda cuando tuvo “la intención de engañar al ‘New York Times’”, al intentar pasar una nota sobre la renta de personas en México para cualquier evento: desde señoras que cuidan enfermos en sus casas hasta personas que se alquilan para pasar la noche en la cárcel en lugar de cualquier otro detenido por el retén de alcohol (“el torito”).

En este punto, tanto Monge como Bellatín coincidieron en que la dicotomía ficción y realidad es solamente aparente, y la verdadera oposición está en lo verosímil y lo verídico: “La distinción es entre cómo suplantamos algo que fue verdadero con algo que es verosímil, algo no sucedido que tiene el mismo peso y que puede ser igual o más importante que lo sucedido. El paso de lo verdadero a lo verosímil, y a lo verdadero que ya es del lector, es muy complejo”, concluyó el autor de “Las tierras arrasadas”.

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