“¿Fue exitoso?”, le preguntó la fiscal. “Sí, pudimos capturar a Joaquín Guzmán Loera”, en 2014, afirmó Vázquez, que ahora supervisa agentes en Lima, Perú. Guzmán Loera escapó de una prisión de máxima seguridad a través de un túnel en el 2015.

Vázquez indicó además desde la silla de los testigos que pidió a su supervisor utilizar a los marines mexicanos en los operativos de captura de los capos “por su reputación” y que este cuerpo especializado estuvo de acuerdo desde el principio.

El agente especificó que desde el 19 de enero llegaron a La Paz, en Baja California, donde comenzó el entrenamiento y la preparación de la DEA y los marines para el operativo para la captura del “Mayo” Zambada, quien se suponía estaba en un rancho, al este de la ciudad de Culiacán.

El operativo, para el que se desplazaron en helicópteros y camionetas, se realizó pero no hallaron a Zambada, quien en cuatro décadas de vida delictiva nunca ha sido capturado.

No obstante fueron arrestados dos socios y tras dos días de operativo en Culiacán salieron de la ciudad por seguridad, y que era territorio del cartel de Sinaloa.

Antes del testimonio de Vázquez, finalizó su testimonio Alex Cifuentes, uno de los empleados de “El Chapo”, que contó que como parte de su acuerdo de colaboración, su familia, dedicada al narcotráfico en Colombia, pagaba una mensualidad al general Óscar Naranjo, entonces director de la Policía Nacional, a cambio de protección.

Naranjo, que ha negado la acusación, fue negociador del Gobierno en las negociaciones de paz con las FARC y vicepresidente del país entre 30 de marzo de 2017 y el 7 de agosto de 2018.

Con Información de EFE